jueves, 26 de marzo de 2009

This is what you get, papá

¿Será posible? ¿Habrá forma de traducir a algún lenguaje humano las sensaciones que el debut de Radiohead en Buenos Aires produjo en los oídos, los estómagos, la piel, los ojos de más de 40 mil personas? Las líneas que siguen serán, seguramente, un vano intento, una aproximación desesperada ante tanto qué contar, en una tarea que le sentaría mejor a un William Burroughs o a un Philip K. Dick que a un vulgar cronista.

Más o menos esa fue la sensación que tuvimos ni bien terminó y que persistió al otro día. Hoy estamos más tranquilos, recordando momentos, y no creyéndole a nadie cuando nos dicen que, antes, nos habían estorbado con ruidos unos argentinos llamados "La portuaria" y unos alemanes que jugaban a los jueguitos con sus macs. Si aquello existió, lo que vino después fue tan intenso que se llevó puesto todo el pasado. Y cómo nos alegramos de que así haya sucedido. En fin, 2+2=5.

miércoles, 18 de marzo de 2009

M.A. reloaded

Desde hace tiempo dejaron de hacer falta los detectores para saber que lo que hoy abundan, por todos lados, en cada esquina, a la vuelta de cualquier negocio, son los pelotudos. Así y todo, nuestro querido amigo M.A. siempre tiene algo que nos hace sonreír un poco cada mañana (en especial cuando, en días como el de hoy, llega a su oficina con ganas de cuetear a medio mundo):

m.a.-pena de muerte a las gordas platinadas que importan autos truchos- dice:

y después los boludos que se quejan porque a la gente la llevan a los actos por el choripan, no se dan cuenta que a ellos los lleva Susana Gimenez y tinelli

viernes, 13 de marzo de 2009

Era de inscripciones

Caminas unas callecitas adoquinadas,
a veces tranquilas, a veces ruidosas,
pero siempre con el cóctel de estudiantes
univesitarios con ropa vieja forzada
y familia tipo, en auto o caminando con los hijos.
Son 4 cuadras, desde rivadavia, siempre iguales
aunque ahora tenés un toque más de suerte:
el subte empezó a llegar a la nueva estación Puán.
Es rara esa estación, muy ¿moderna? te preguntás
pero enseguida te decís que no, que más bien es
grasa. O muy pretensiosa. Como sea, mejor eso
antes que nada. Y llegás a Puán y comenzás con la odisea
que implica ir desde planta baja hasta el primer piso.
Volantes de esto, volantes de lo otro
(muchachos muy poco pro, muy poco greenpeace
que plasman la política en un papelito que antes
fue un árbol, y que siempre terminan en el suelo
o como pañuelo o como servilletas de panes rellenos)
y lot of people que está por everywhere.
Pero al fin se llega a las escaleras, después al
primer piso, donde hay un mundo de gente
haciendo cola, y ahí se te ocurre pensar por qué
mierda filo es la única facultad de toda la UBA que
no tiene inscripciones por Internet. No se me ocurren
motivos, quizá sea por un romanticismo pelotudo
(me imagino a varios pensando qué lindo es encontrarnos
todos durante esa semana de inscrpción,
o alguna boludez por el estilo)
tal vez por falta de presupuesto,
quién sabe. Lo que se sabe es que tenés que
ir al fondo de la cola, que a veces sube por las escaleras
y llega hasta el tercer piso, pero que esta vez
daba una vueltita rara, y así se reproducía hacia un costado
y llegaba, casi, a recorrer todo el primer piso
(empezaba en la ventanilla, iba hasta el fondo del pasillo,
doblaba, y volvía a recorrer el pasillo, llegaba hasta
la escalera principal, hacía otra curvita, y seguía
más y más para atrás, pasando el kiosco y todo)
Desde el final, con el Ipod en los oídos, fui completando
el papelito.
Al terminar, seguí en la cola, que por suerte avanzaba
rápido. No "uh, qué rapido", pero sí rápido, digamos que
a un promedio de un metro por minuto.
Empecé a leer un libro de cuentos de Dumas, el mismo de
El conde de Montecristo, que había comprado en la Feria del libro cubana.
Era un cuento, en teoría, de terror, un toque fantástico, pero bastante pelotudo,
tanto que al terminarlo dejé de leer el libro y sólo
me concentré en la música que sonaba en mis oídos.
Y así esperé más o menos durante una hora, hasta que al fin llegó
mi turno.
Y me anoté y me fui a casa, caminando bajo la lluvia, aunque

un toque protegido por el paraguas,
un toque a salvo, pero no sé de qué.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Braun White

Nuestro querido y gran amigo M. A. nos embellece el día al pasarnos este diálogo memorable que mantuvo con otro grande, Braun White. Como podrá comprobarse, ambos son una especie de detectives salvajes, pero atrapados en la vorágine de una multinacional.


Braun White,Go: Andre me dijo -un comentario que no esperaba de ella- que la van a rajar

A.,M.: siempre lo dice

A.,M.: desde que la conozco

Braun White,Go: le contesté que a todos nos van a rajar un día y que nos íbamos a morir también , acaso con algo de sufrimiento, excepto yo puesto que me pegaré un tiro antes de golpear los 40

A.,M.: muy sabio

A.,M.: te pido que antes escribas una novela

A.,M.: y me dejes los derechos

A.,M.: cada tanto prometo llevar flores a tu tumba

A.,M.: y leerte un capítulo de 2666

Braun White,Go: seeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

Braun White,Go: aunque no creo que escriba nada muy meritorio

Braun White,Go: pero bueno, no importa, lo retocarás un poco

A.,M.: no importa, tu muerte violenta servirá de marketing

Braun White,Go: y hablarás de mis aciertos

Braun White,Go: mis logros en varios terrenos, incluidos en la mecánica(1)

A.,M.: imagino a los jóvenes imitándote en su muerte

A.,M.: jajajja

Braun White,Go: seeeee

A.,M.: claro

A.,M.: así como Bolaño fue vigilante en un camping (seguro trabajó una noche y se aburrió), puedo decir que vos te la rebuscabas como mecánico

Braun White,Go: seeeeeee

Braun White,Go: mi objetivo es que a fin de año, el taller mecánico mute a un taller literario en donde leamos novelas de Bolaño, poemas de Machado y León Felipe, y que los dueños de la academia nos echen a patadas a la calle con el profesor que ya habrá adquirido un acento afrancesado como el de Cortázar y

Braun White,Go: una sensualidad un tanto amanerada

A.,M.: jajajajja

A.,M.: lo ejecutarán de un tiro en el orto, como a García Lorca

Braun White,Go: te imaginás la escena

Braun White,Go: jajajajajajaja

Braun White,Go: comenzaré gradualmente, proponiendo que al final de clase leamos algún cuentito corto relacionado con autos, 4X4, fierros, para luego pasar paulatinamente a agregar más material y llegar a mitad de año con 3 horas de literatura y media hora de mecánica.

A.,M.: a vos te colgarán, quedando tu vientre prominente al aire, picoteado por los cuervos, mientras que tus pantalones por debajo de la ingle dejarán ver un pene 10 veces menor al de Entrescu, pero con un culo descomunalmente gigantesco

Braun White,Go: los acicatearé como Robin Williams en la peli La Sociedad de los poetas muertos(2)


Notas:

1) Braun White está haciendo un curso de mecánica porque
algún día quiere tener un taller.

2) En una época, Braun White se paraba en su silla cuando en su laburo se cometía una injusticia (echaban a alguien bueno, por ejemplo).

martes, 3 de marzo de 2009

Febrero à la cubana

De la ausencia de un mes podemos rescatar lo siguiente...

Mientras esperábamos el avión hacia La Habana, el aeropuerto de San José nos prevenía de las drogas...


Finalmente, llegamos a Cuba. Hacía frío, estaba nublado, cada tanto lloviznaba, y así, mientras el imaginario de arena blanca, mar azul y sol radiante construido durante años de enseñanza privada y pública se desmoronaba, nos hacíamos un tiempito para visitar el Capitolio.


Obvio, entramos y vimos a esta señorita.

También vimos un partido de baseball y...


... y cansados de tanta ciudad, nos sacamos la careta y nos fuimos directo a la playa.

Conocimos a una gran compañera, La Chancha...

Y hasta hicimos snorkeling.


Días más tarde, fuimos de visita a ver los restos del Che. Cuando quisimos sacarnos una foto, el loco se retovó y se hizo el difuso...


Finalmente regresamos a La Habana para esperar nuestra partida. Por suerte, la isla nos despedía a puro sol.


Luego de Cuba nos dimos una vuelta por Puerto Viejo, Costa Rica. Ciertas sustancias, alcohol y playa nos hicieron olvidar de la máquina de fotos, por lo que no quedó ningún registro de aquella travesía. Sólo hubo tiempo para, en el aeropuerto de Lima, mientras hacíamos de todo para matar seis horas de espera, retratar la época digital.