jueves, 28 de febrero de 2008

Shine on you Crazy Diamond


¿Sabemos todos dónde terminan los poetas? Hay veces que cuesta encontrar la genialidad, porque se nos esconde, se nos escapa como agua entre nuestros dedos. Syd Barret terminó solo, gordo, loco y todo lo demás también, escondido hasta el día de su muerte. Pero aún siguio brillando. Otra persona muy notoria, dotada de una belleza increíble y un talento aún mayor, desapareció para no volverse a mostrar, ella era Greta Garbo, quien, a traves de sus frases, los filmes y también, libros de autores que quisieron inmortalizarla, siguió brillando. J.D. Salinger se reclutó en New Hampshire y cuan cuadro preservado en un museo, no se deja fotografiar para evitar que pierda su color originario, y por ende, de una manera más auténtica, siguió brillando. Pero los poetas, los marginados poetas, ¿cómo se camuflan para no dejar de brillar?

Quisiera compartir esta foto de este sublime poeta de Panamá, que para huir de los insultos, las persecuciones y el ataque de las vanguardias de otros países, decidió camuflarse, convertirse en gerente de una importante empresa relacionadas con la impresión en un papel (no podría ser de otra manera, después de todo es un poeta) y vivir en Miami, el escondite perfecto para un alma que no aspira a ser frívola. Nadie podría encontrarlo allí, ningún pseudointelectual infame recorrería los malls ni tampoco se asolearía bajo una palmera en un día nublado. Y mucho menos sospecharían que este gran poeta asolea su panza con el rolex puesto, con la única compañía de una prostituta asiática, porque el amor, el único amor del el poeta es para las letras, que lo obligan con sus separaciones y curvas a ser un coleccionista de mujeres.

No voy a revelar del todo la identidad de este poeta. Ni siquiera diré su nombre todavía. Lo único que voy a adelantar es que su apodo es Tony y su apellido empieza con la letra M. Aún, les pido a todos mis compañeros jirafianos que con el mismo amor con el que hoy escribo este post, me acompañen a analizar, leer y en especial sentir la literatura de este hombre, una joya que, para su pesar, se encuentra escondida en un lugar en donde las joyas son incrustaciones en la ropa Versace.

Volverán las novedades de este poeta... Lo investigaremos, lo querremos, lo haremos nuestro, lo encontraremos. Sólo es cuestión de esperar...

jueves, 21 de febrero de 2008

Reflexiones del pánico.

¿No es terrible cuando se llora y ni siquiera se sabe por qué? ¿No es aún más terrible cuando ese llanto llega con palpitaciones y ni siquiera puede controlarse? ¿No es peor cuando no discrimina ni espacio, ni tiempo y te deja sin lugar donde esconderte, en plena exposición? ¿No es fatal cuando lo verdadero de la incertidumbre le gana a la falsedead de las sonrisas? Llorar y no saber por qué, o saberlo, pero también con la certeza de saber algo peor, que es ni más ni menos que el hecho de no poder expresarlo en palabras, porque si acaso se lo intentara frente a algún otro cuerpo que no fuera una pared, significaría exponerse aún más, escuchar las voces de los falsos idóneos que pronostican tu locura.
Algo es real, algo duele, sin embargo en el momento de sacarlo afuera, solo frases sin sentido. Frases que podrían asemejarse al preconcepto de que tu vida nunca fue tu vida, que alguien la vio llegar antes, incluso se tomó el atrevimiento de moldearla. Ese mismo alguien, lo suficientemente mejor que vos para haber creado tu propia vida, todavía encontró algo bueno en tu pequeña figura que, ante los ojos de los ciegos a los que estamos acostumbrados y somos todos, no tenía mucho de especial. Entonces el alguien, que siempre tendrá las puertas abiertas por el mero hecho de crear vidas, te sonríe y de un manotazo te lo quita. Y entonces lo tiene todo. Y entonces, no tenés nada. Podría habérselo creado también y adjudicárselo, pero se le olvidó, o no quiso, o, simplemente, pensó que nunca necesitaría eso que, admirado, solía ver en vos pero que ahora no tenés.
¿Y entonces qué me queda? ¿Qué-me-que-da? ¿q-u-e-m-e-q-u-e-da?, digo en silencio, porque por expuesta ni siquiera lo puedo decir. Intento dividir las palabras para extraer todo tipo de significado, porque el significado es demasiado difícil de digerir. Sé que queda algo, no lo digo con orgullo, sino con un poco de tristeza. Porque sé que lo que queda es esa conciencia de ser una pequeña figura, no del todo especial, que por ser en apariencia no del todo especial, jamás podría enaltecerse en el reino de los ciegos a los que estamos acostumbrados y somos todos. En esa mezcla de llanto y palpitaciones, en donde no queda ningún segundo para las reflexiones baratas, la culpa o el odio, llorás por eso que alguna vez tuviste y ya no tenés. Pensás en ese alguien que vió tu vida mucho antes y ahora lo tiene todo, pero como siempre lo tuvo, ni siquiera se permite sonreir. Sonreír: lo que resultaría el contrapeso ideal para lograr el equilibrio de tu llanto solitario, con palpitaciones y sin otro cuerpo palpable que el de una pared.

martes, 19 de febrero de 2008

Algunas fotos





































Becoming Charles

Nunca me gustó Bukowski. Igual temo parecerme cada vez más a él. ¿Por qué? La respuesta es simple. Odio mi trabajo. Cumplo un horario de mierda por una vieja (tambien de mierda) que se accidentó a propósito al subirse a una biblioteca para apagar un aire acondicionado. Ya puedo imaginarla: "crié dos hijos sola, puedo subirme a apagar un aire". Divorciada. Y resentida. Y vieja anoréxica con osteoporosis que solo come verduritas con aceite de oliva y chupa vino barato. Además la comparan físicamente con "Bodies the exhibition". O sea (diría una amiga que también la odia), si sos vieja, con osteoporosis, solo comés verduritas, chupás Vasco Viejo o Cavas San Julian y te comparan fisicamente con "Bodies", te subirías a una biblioteca de 10 cm de espesor para apagar un aire sabiendo que podés quebrarte un pie? Yo no.

Pero cuestión que aqui estoy, creo que con un principio de úlcera y con la mano de Napoleón, que es lo único que me queda de tanta lucha. Para peor tengo una jefa multimillonaria y como buena multimillonaria ultracatólica es una miserable, que me hace sentir dentro de un cuento de Charles Dickens. Y lloro, porque cobro como el culo. Y me siento mal como persona, también porque cobro como el culo. Voy a entrevistas y siempre resulto "demasiado buena para el puesto". Y resulta que me resigné a otros placeres, como el de estar con alguien por el mismo motivo. Mis amigos decían (aclaro, no solo lo decían las mujeres, los hombres también) "Sos demasiado mujer para fulanito o menganito". Primero no lo creía o me rebelaba al decir "por qué se me tiene que negar el amor?" con lágrimas pelotudas digna de la pelotuda que alguna vez fui. Pero ahora comienzo a creerlo. Y digo, resulta que por ser buena tengo que conformarme con los buitres de la desesperación? Resulta que a todo aquel que no quiere ser un mediocre le corresponde el castigo? O cuando uno quiere una vida burguesamente mediocre, no es posible hacerla?

Al menos un amigo me dice (y me dice la verdad) que con todo lo malo que paso, mi literatura es cada vez mejor. Pero tengo miedo de pasarme para el otro lado y convertirme en Bukowski.

sábado, 16 de febrero de 2008

Lo natural

Huaraz implica una reducción de la supervivencia transformada en una carcaza superadora, con más o menos color -según la perspectiva de uno-, en el centro de una provincia que, con una velocidad apaciguadora de la existencia, emprende lo alienante de lo natural. Es esa sensación la que depara la ciudad y la violencia -la ciudad y la violencia de la que estoy hecho-, un punto de desencuentro absoluto con el medio, la naturaleza misma, un desencuentro que se pronlonga, incluso, hacia el otro. No es una novedad: la ciudad nos encacerla, nos vuelve adictos a su velocidad -un tiempo alejado de todo tempo- y a la violencia, nos acurruca con las comodidades y la imposibilidad de experiencia, consiguiendo un adormecimiento que se eleva como el testimonio de lo que nunca, jamás, será; es decir, nos somete a una reducción insignificante del sistema.
Frente a lugares como Huaraz, donde el paisaje es todo -así como también lo es, en su población, la radiografía de Latinoamérica- la insignificancia de uno frente al mundo adquiere otro sentido. Ya no es la imposibilidad de desarrollarse en lo imaginario, sino que la constancia de lo natural se revela como una potencia abarcadora y absoluta, compaginada por una introspección que, al someternos a la cotidianeidad del relato de nuestras vidas -donde la frialdad es la moneda corriente de la prestidigitación de los sentidos-, provoca la nobleza y el desencadenamiento de lo que siempre estuvo y estará -incluso cuando desaparezcamos por completo-: el mundo natural.
Ya no quedan espacios para precipitaciones de angustia y soledades compungidas. Los recuerdos desaparecen, se transforman o se hacen más intensos, pero los ojos son los que intercambian reacciones y las palabras las que las modifican.
Nacimos apuñalados por la esperanza de seguridad y el deseo de competencia. Y en ese desempeño de lo atroz, en los espacios del mundo que sometemos a la pobreza -pero que de todos modos llenamos de teléfonos celulares y acceso a internet-, la proyección de lo natural se impone como la meca del olvido.


miércoles, 13 de febrero de 2008

Adiós a la selva

Lima depara contradicciones que resultan, para un desconocido, incapaces de sostener. No hay un paso intermedio: de la pobreza, que en este lugar sería la normalidad, uno, de pronto, pasa a situarse en un paraíso. Como se sabe, todo paraíso se sostiene desde una ficción, el complemento imaginario para que subsista, sobre la sangre, las paredes que ocultan los lamentos. San Isidro, Barranco, Miraflores, paso a paso cada uno de los distritos revelan la sensación de violencia contenida que se aspira y exhala por toda la ciudad. Y es esa misma ciudad la que provoca la división de existencias, y es, a la vez, en esa separación radical donde el presagio de la desaparición (de una ciudad, de un país, de un modelo) se avecina. En Lima está Miami (imaginada), pero en Lima también está Lima, donde la subsistencia es la única posibilidad que se inscribe en las calles, en los negocios, en la gente misma.
El complemento de inseguridad (otro ladrillo imaginado), detrás de la división, va de la mano con la violencia ínsita en cualquier ciudad. Y es en un lugar como éste donde se vive la presencia de lo imaginario como transformador o, mejor dicho, como creador de la realidad. Aquí nadie parece tener la necesidad de expiar culpas. Nadie las tiene, y si bien la realeza jamás existió en Latinoamerica -al menos no desde su completa independencia- la servidumbre es algo que se palpa en cada esquina. Basta con pagar un sueldo para pasar a ser el amo, y el otro -dentro de esa relación que crea otra ficción, el dinero-, un simple acatador. Las órdenes son directas, precisas, gritadas. Las órdenes son cumplidas, se sirven las mesas, se baldean los patios, se cambian las sábanas, y es en el conjunto de todas esas acciones donde la espada se sostiene y, también -cuando es necesario-, se clava.
Esta noche dejo la ciudad. Ya no seré un objeto de lo extraño, la posibilidad de la salvación (al menos por unos días -no tengo tanto dinero encima-), para convertirme, en Huaraz, en otra de las posibilidades que incorpora el sustantivo "turista".




martes, 12 de febrero de 2008

Una estrella de hip hop?



Girlontape, vi esto y pensé en vos. Es un chiste que al final salió serio y hermoso, sin dejar de ser chiste.
Que loco que una mujer tan famosa tenga la fantasía de ser Fergie, al menos por un minuto.
Muitos saludos.

domingo, 10 de febrero de 2008

Cusco (last day)

Llega un punto donde lo que se percibe es el estancamiento, la sensación de una pesadez que agota. Pasan los días y uno se acostumbra al mundo que lo rodea, y es el hecho de experimentar eso lo que genera, una vez más, el deseo de partir. Próximo destino, Lima; después, quién sabe.

martes, 5 de febrero de 2008

Texto berreta para tiempos aún más berretas.

Fiesta, sábado a la noche. El "porno star de Villa del Parque" volvió de Europa. Me saludó con un fuerte abrazo y pensé que esa noche era mi noche, a pesar del cansancio de un día aún mejor. Tenía puesto un gorro a lo piluso, cuadrillé, no iba con él, era horrible. Le vi de pronto cara de diferencial. Pero poco importaba el intelecto si el porno star era un porno star. Por más que le faltara la corbata en la cabeza, no me hubiera molestado recibir la otra cabeza con un moño. La fiesta no era tan fiesta, más bien era una reunión. Todos estábamos en el patio, mientras el porno star, junto a unos amigos, miraba un partido de fútbol en el living. De pronto "el porno star de Villa del Parque" fue hacia el patio a buscar un fernet, a sonreirme y a hacerse el lindo. No había ninguna necesidad, por el simple hecho de que ya es lindo de por sí. De pronto junto a él se suma una pendeja. Tenía un sueter de arcoiris. Gorra cuadrillé, sueter de arcoiris, una señal de ajuste de pésimo gusto. Una señal de ajuste que parecía caer encima mío, aunque no quería mirar TV. La señal de ajuste se funde y se besa. No me importó, tan sólo supe que esa no era mi noche y que el universo se complotaba para hacerme sentir vieja. Una amiga me cebaba y decía: ¿son necesarias esas demostraciones de afecto?, bueno, tu posición es mejor, porque es mejor ser la amante que la cornudita de turno. Pero hacía ya un tiempo que no era la amante. Y el gorro cuadrillé me ordenaba que no volviera a serlo. La amiga que me cebaba averiguó que la pendeja rainbow brite era la noviecita de toda la vida, a la que tildaban de reverenda hija de puta y por ende, cornuda. Mientras mi amiga ponía ímpetu en su labor de detective, yo comencé a bostezar. Y a pesar de todo, lo entiendo, entiendo al "porno star de Villa del Parque". No disfrutar de un noviazgo justifica la opción de poner cuernos y de ese modo usar más la pija que la cabeza, porque la cabeza, en su máximo uso, ya está cubierta con un gorro de piluso, a cuadrillé.

Si un pibe lindo se iba, otro pibe lindo estaba por llegar, pensé. Por suerte, no me había equivocado. Dia siguiente, otro cumpleaños. Gente linda y amable, en una reunión un poco más interesante que la del sábado. World music, debate de cine arte, admiradores de Ragazzoni y de sus bellas hormigas impolutas. Y de pronto, por la puerta aparece. Tenía razon. Pibe lindo se va, pibe lindo viene. Lo llamaremos "el dramaturgo de San Miguel". "El dramaturgo de San Miguel" se sentó en un puff. Sin hacer ningún tipo de alardes por ello, me di cuenta por mi amiga la cumpleañera que el bombón bohemio dirigía un centro cultural. Juntos, fuimos hacia la ventana porque en teoria no se podía fumar en el monoambiente, pero mi amiga (la cumpleañera) hizo una excepción porque años atrás ella solía fumar tres atados por día. Escribo media hora cada día, hay que tener disciplina, dijo. Coincido plenamente, contesté, la clave es la constancia. Si las musas aparecen, mejor que te encuentren trabajando, dijo. Yo sonreí. Un comentario intelectual y una mirada. Otro y otra. Yo, en el futón que oficiaba de cama haciendo poses de niña inocente, poco femeninas, como la Bettina de Göethe en un libro de Kundera. Por vivir en San Miguel, el dramaturgo estaba motorizado. Yo tenía 10 pesos en la cartera. "El dramaturgo de San Miguel" dijo: te llevo. Le dije que sí. El diálogo en el auto fue un poco menos fluido. De todas maneras sacábamos tema. Llegamos a mi casa. El viaje era corto. Atino a bajarme y le dije "un placer conocerte". Le doy un beso en la mejilla y me encuentro con su boca. Qué bien, un hombre de acción, pensé. También se lo dije. Más besos. Igual no quería hacerlo subir, estaba cansada. Después de más besos dijo: no se si vale la pena aclararlo, pero estoy noviando. Antes no me hubiera enojado pero al menos me hubiera importado. Ahora, lejos del enojo, ni siquiera me importa. Le dije: es bueno saberlo. Le tome el teléfono, pidió el mío y después de más besos bajé del auto. Te estás escapando, dijo. Ya soy grande para el "no corras más, tu tiempo es hoy", pensé. En casa, de nuevo, comencé a bostezar, pero de todas maneras entiendo al "dramaturgo de San Miguel". Una mujer nueva es una musa. En cambio, los deseos post coito para con una mujer vieja es que se convierta en una de muzzarela.

Por último está el hombre ausente, el Olimpia Zuleta que yo, cuan personaje de García Márquez, me encargué de capturar. Lo llamaremos de ahora en más "el dulce y melancólico de Balvanera". Era evidente que yo le gustaba al "dulce y melancólico de Balvanera". Me di cuenta porque en cada fiesta se iba cuan cenicienta a las tres de la mañana, luego de darme un gran beso en la mejilla, como si no se permitiese caer en la tentación. Dejé mi huella, dejé mis pistas, las del cuerpo y las de la palabra y finalmente, luego de la obviedad más obvia, me invitó a salir. Los nervios le exudaban por los poros. Con los mismos nervios dijo: vamos a comer una pizza. Las pizzerías de la calle Corrientes tienen la característica de ser ofensivamente ruidosas y apenas se podía hablar. Los nervios aún le exhudaban por los poros y comenzó a sentirse aturdido. Habría que ir a otro lado, dijo. Si, contesté. Pero, ¿donde? La decisión tardaría en llegar, entonces le dije que en mi casa había una cerveza, que si quería podíamos ir para allá. Aún los nervios y ni siquiera teníamos porro. Entonces se me ocurrió una idea brillante: puse un compact trash, ultra deprimente, climático y maravilloso. Berlín, de Lou Reed. Caída libre, gracias Lou. Después me besó con Spinetta y la tunda llegó con Nirvana, cuando me puse más guarrita. "El dulce y melancólico de Balvanera" es lindo, sólo que él no lo sabe. "El dulce y melancólico de Balvanera" puede tener a cualquier mujer a sus pies, sólo que él ni siquiera lo imagina. "El dulce y melancólico de Balvanera" es inteligente, sólo que él no puede garantizar que la inteligencia llegue a dar buenos resultados. Se fue. No volvió a llamar. Lo llamé yo y estaba feliz de oirme, pero él no llama. No por histérico, sino porque no puede creer en otras opciones. La noche extraña en que yo provoque todo sumado a la ausencia de llamados de él me hacen sentir un macho. O peor aún, me hacen sentir un macho violador. Entonces me puse a bostezar, porque a esta altura del partido una no espera un llamado con ansias, ni con bronca, ni con llanto, sino que con bostezos. De todas formas, entiendo al "dulce y melancólico de Balvanera", porque por no saber ni que es lindo, ni inteligente, ni que puede tener a cualquier mina a sus pies no puede ver otra cosa que un panorama oscuro. Lo se porque yo también estuve ahí.

Y una, en estos tiempos. Ni siquiera puedo decir que estoy perdida, ni confundida, ni nada.Una amiga dijo: necesitamos un brujo, a nosotras nos pasa de todo. Le dije que no era necesario, que no eramos nosotras sino las características de nuestra época. Le dije también que no nos quedaba más opción que sorpendernos con una buena película, un plato de comida étnica o una super liquidación de Zara. Tengo miedo de parecerme cada vez más a Moria Casán, con los sex toys que la ayudan a no asistir a las reuniones de "tapper sex". Pero así estamos, lo entendemos todo y mucho más. Sólo que el entendimiento no tiene más consecuencias que la de hacernos bostezar.

sábado, 2 de febrero de 2008

Cusco



Cusco es una maravilla. En cuanto pueda, subo alguna otra foto que certifique mi presencia. Por lo pronto, desapareceré por cinco días entre las montañas. Si no vuelvo, sepan que siempre los quise...


saludos

f.