martes, 9 de diciembre de 2008

Malala

A la mañana siguiente levantaron el campamento. El que me vino a desatar, también ayudó a levantarme y hasta me ofreció un poco de comida y agua. Si bien lo miré consternado, de todos modos devoré lo que me había ofrecido. Después me dio un par de golpes en la espalda y, antes de irse, dijo: creo que cada vez entiendo más por qué te fuiste. El cuerpo y la cabeza del Tanque continuaban en el suelo, todos caminaban como si aquello fuese una montaña de tierra o parte de las cenizas de lo que había sido el fogón. Ya con las mochilas preparadas comenzamos a caminar. Coyote iba adelante, separado del resto del grupo. Yo caminaba en el medio de dos Orangutanes, desposado, diría que, incluso, sin ser vigilado, como si fuese uno más. De todas maneras, no intenté probar mi suerte, por lo que me dispuse a caminar en silencio hacia donde fuera que íbamos. Cuando el sol alcanzó el cenit, el mismo Orangután que por la mañana me había ofrecido comida, ahora volvía a darme agua. Le dije gracias; él no respondió. A las horas me caí por primera vez. Todos se detuvieron, avisaron a Coyote y él se acercó hasta el lugar. No es nada, dijo, denle un poco de agua y algo para comer y que siga caminando. Minutos más tarde retomé la marcha pero algunos minutos después volvía caerme. Esta vez no le avisaron a Coyote. El Orangután que parecía tener cierta consideración me tomó de un brazo y me ayudó a completar el camino. Recién al atardecer, casi sin fuerzas, pude ver una especie de asentamiento. Estamos por llegar, aguantá un toque, no te mueras acá. Le pregunté su nombre. Pancho, Pancho González, dijo.
Al llegar al pueblo, mujeres y niños y algún que otro anciano comenzaron a salir de las casas de chapa, madera, cartón y barro hasta acercarse con miradas incrédulas.
–¿Qué mierda hacen acá? –dijo una mujer– Pensábamos que ya no volvían. La mitad del pueblo se las tomó. La otra, nosotros, nos quedamos para recibir a los monstruitos. Pero... qué mierda hacen ustedes acá.
Todos la ignoraron. Yo quise decirle algo, que había sido mi culpa, que ahora todos los monstruitos estaban muertos por mi estupidez, pero apenas tenía fuerzas para respirar. Igual, por lo que pude comprobar en ese momento y que más tarde –luego de comida, bebida y un poco descanso– ratificaría, la mujer estaba muy buena. No sólo esa, sino la mayoría. Eso sí, un poco sucias; después de todo, vivían en algún lugar olvidado de la provincia, y con el constante temor de ser exterminados por los monstruitos. Pero que estaban buenas era un dato objetivo y también lo era el hecho de que volver a ver minas de esas características me calentaba mucho. Pero más allá de ese detalle, por el momento debía ocuparme de mi vida. Coyote había llegado bastante cansado y gracias a eso le dijo a Pancho González que me llevase a su casa, me vigilara e hiciera conmigo lo que se le antojase, siempre y cuando no me quitara la vida. De eso me voy a ocupar yo, dijo y se fue a una de las casas bajo los insultos y escupidas de la mujer que lo había recibido preguntándole "qué mierda hacen acá", o sea, allá. Sin duda, pensé, esa mujer amaba a los monstruitos tanto como yo.
Pancho, después de ayudarme a que me recostara sobre una especie de cama sin colchón pero con frazadas, me dio algo de agua. Me preguntó si quería comer, pero le contesté que no. Luego comenzó a contarme alguna historia pero resultó probable que me quedase dormido, porque al otro día, al despertarme con la luz del sol que entraba por las rendijas, no pude recordar nada de lo que me había dicho. Fue una gran sorpresa ver a Pancho bañado y preparando el desayuno sobre una salamandra que alimentaba constantemente con cartón y cajones de fruta.
–Buen día –dije– ¿Hace mucho que te levantaste?
–Buen día, Virgilio…
–Creo que te dije que esa es una confusión, yo no soy…
–Sí, probablemente, pero a Coyote no le va a importar. Para él sos Virgilio y se acabó. No me pude dormir en toda la noche, así que me fui a buscar cosas para desayunar.
–En cambio, yo dormí como un hijo de puta. ¿A dónde fuiste a buscar comida?
–Estamos cerca del muro con Buenos Aires, a unos dos kilómetros, y ahí hay un lugar en el que arrojan toda la basura del país.
–Un basurero.
–Nos negamos a llamarlo así, es parte de nuestro territorio.
–Entiendo –dije y procuré comer lo mínimo indispensable para mantenerme con vida– Che, contame loco, ¿por qué no pudiste dormir?
–¿Ves la mujer de esa foto? Es la Anaclé, mi esposa.
–¿Anaclé, Qué clase de nombre es ese?
–En verdad es Anacleta, pero a ella le gustaba, bueno, en verdad le gusta que le digan Anaclé, dice que tiene más clase. Te decía, es mi mujer, y ahora no está porque se fue con el resto. El problema es que nadie sabe dónde. El grupo se había quedado a cargo de un flaco que rescatamos cuando invadimos el casino de los monstruitos. Según dijo la mujer de Coyote, Anaclé pegó onda con el flaco ese, Pascual creo que se llamaba, y como se le ocurrió ir a no sé que lado, ella lo siguió, junto al resto de la gente que falta.
–¿No será Pascula?
–Sí, ese, Pascula. ¿Lo conocés? –dijo y por primera vez vi odio en los ojos de Pancho González.
–No mucho, sé que estaba con el resto de los monstruitos cuando llegué, pero no sé mucho más.
–Menos mal, por un momento pensé que tenías algún tipo de relación con ese hijo de mil puta. Pensá que lleva noches y noches chupándole las tetas a mi Anaclé –y en el momento en que terminó de pronunciar el nombre comenzó a llorar. Sólo una vez había visto llorar a un hombre de ese modo, tan entregado al dolor, completamente fuera de sí. Ese hombre había sido Pascula, una noche en la que, borracho, se puso a rememorar su infancia. Intenté calmar a Pancho, pero fue peor: al acercarme, me abrazó con fuerza y lloró más fuerte, sin consuelo, dejando saliva y mocos sobre mi uniforme de batalla. La salamandra se apagó y yo no sabía muy bien qué hacer. Le dije a Pancho, pero al pronunciar mi primer palabra, él lloró con más fuerza. La vejiga la debería tener como una pelota de básquet, porque mis ganas de mear eras enormes. También el hambre, pero eso no me preocupaba demasiado; había aprendido a vivir con esa sensación. Tuve la suerte de que justo en ese momento entrara la mujer de Coyote, una María Laura más que se hacía llamar Malala. Intenté contarle la situación lo más rápido que pude y le dije que abrazara a Pancho. Ella tomó mi lugar, yo salí de la casa, y al regresar intenté encender el fuego. Con los minutos el llanto se aplacó y la mujer de Coyote recostó a Pancho González en la cama. Cuando se quedó dormido, Malala se acercó a donde yo estaba y me ayudó a preparar el desayuno. Tenerla tan cerca me resultaba incómodo, aunque también me gustaba. Las palabras apenas me salían. Cada gesto, cada sonrisa la volvían más atractiva, y mientras ella acrecentaba su hermosura, yo hacía lo propio con mi pelotudez. Al fin, luego de varios segundos en los que los dos permanecimos en silencio, ella dijo:
–Intenté convencerlo, pero no hay caso, Coyote cree que vos sos Virgilio.
–¿Y vos cómo sabés que yo no soy él?
–Fácil, una mujer jamás se olvida del hombre con el que cogió durante tres años seguidos.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Boludeo de madrugada.

Se me ocurrió buscar en el google la palabra felicidad. Llegué a una página que tenía frases célebres sobre esa sensación. La calidad de la página era dudosa, es más, abajo de esas frases de un tema tan complejo como la felicidad, aparecía una publicidad de "Casting", la tintura para el pelo de Loreal. Aunque después de pensarlo, ¿las mujeres no se tiñen cuando se sienten desequilibradas e infelices? (excluyendo el tema de las canas, claro). Un premio consuelo para cambiar lo que no se puede es cambiar el color de pelo. En fin, ante la posibilidad de ser tildada como una completa pelotuda, me decido a postear estas frases, y tal vez llegar a una conclusión de qué es lo que me falta.

La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.

Benjamin Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense

Como se nota que Franklin era estadista. Y si, son rescatables los momentos de felicidad en la tristeza, aunque llores y sonrías a la vez como un bipolar. Es una cosa que nunca me imaginé medir. Bien, Benjie.


La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar.

Thomas Chalmers (1780-1847) Ministro presbiteriano, teólogo, escritor y reform

Algo que hacer? Tengo, pero estoy boludeando. Alguien a quien amar: amigos, familia. Alguna cosa que esperar: bueno, espero demasiado, algo que sea mío y que todavía me falta alcanzar.


Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace.

Jean Paul Sartre (1905-1980) Filósofo y escritor francés.

Escribo y amo hacerlo. Vamos todavía.

Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.

Pablo Neruda (1904-1973) Poeta chileno.

Coincido plenamente, Pablito, he estado en ambos lados.

La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos.

Henry Van Dyke (1852-1933) Escritor estadounidense.

Tamos en camino, pero remando y remando me van a salir unos músculos como los de la mina de la propaganda de Magistral.

El verdadero secreto de la felicidad consiste en exigir mucho de sí mismo y muy poco de los otros.

Albert Guinon (1863-1923) Dramaturgo francés.

Me falta exigir muy poco de los otros, cosa que no puedo evitar.

Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame.

Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.

¿Entonces por qué los hombres no fueron felices conmigo? Coño!!


Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo.

Leon Tolstoi (1828-1910) Escritor ruso.

En otra noche de boludeo, me hice un test en facebook: ¿Qué pecado capital sos? Salió "la codicia".


La felicidad es la certeza de no sentirse perdido.

Jorge Bucay (1949-?) Escritor y psicoterapeuta argentino.

Bucay no merece contestación alguna.


La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo.

Victor Hugo (1802-1885) Novelista francés.

Diste en la tecla, Victor Hugo.

Bueno, acá les dejé material para hacer un hermoso pps para mandar por cadenas de mail a todos sus enemigos o a la tía pesada que aparece por casa en las navidades.
Besos, me voy a la camita.

martes, 25 de noviembre de 2008

Se le calienta la chi-chi

Hace mucho calor monos. Por eso, les presentamos la única solución que encontramos para todas las mujeres de la oficina:


domingo, 23 de noviembre de 2008

Solía ser una chica moderrrna!!!!

Momento de alpedismo, trato de escribir. Trabada, muy trabada. Entonces me pongo a ver textos viejos. Después de todo, no estaban tan mal. Me cagaba de la risa, era una chica moderrrna. ¿Qué me pasó en todos estos años? Les paso el primer capítulo de mi primer novela inconclusa. Después vendrían otras. Pero la verdad que pucha, me toy volviendo clásica.
Adio.

Ubicación en Tiempo y Espacio

Madrugada del 30 de diciembre de 2001. En realidad el 31 estaba naciendo. El primer año de la era de acuario ni siquiera pasaba sin pena ni gloria, sino que transcurría con pena de más. Apenas 10 días antes Argentina explotaba y renunciaba el presidente Fernando de la Rua. Para el 30, el día de mi cumpleaños, ya estaba renunciando otro más: Adolfo Rodríguez Saa. Aquel día mi intención era desentenderme de las noticias, para olvidarme de que no había nada que festejar. Mi mamá, tratando de cambiar mi patético humor, propuso ir a cenar a un lugar con fama de ser siempre agradable, con música y gente que se propone ser feliz. Pero ese 30 de diciembre el clima del restaurante distaba de ser así: estaba casi vacío y la única música de fondo que se escuchaba era la de la televisión, con el discurso del flamante gobernante anunciando su renuncia.
Queríamos liberarnos y por eso nos levantamos de la mesa y volvimos a casa para comer una picada compuesta básicamente de sobras, pero por lo menos la música que se escuchaba en la compactera era la que yo había elegido. Así transcurrió el cumpleaños más triste de mi vida, pero por suerte, el 31 estaba naciendo y el martirio de un fracasado día de gozo se terminaba. A falta de algún estímulo externo, traté de combatir el insomnio con un hábito entre orgiástico y onanista, entre social y apático, entre verdadero y falso: prendí la computadora.
Elegí el icq, aquella maravillosa forma de comunicación para esta nueva sociedad individualista, en la cual uno puede contactarse con otra gente usando la propia personalidad u otra inventada. Yo siempre detallé mis gustos, no quise mentir, no por estar plenamente conforme conmigo misma, sino quizás, para ahorrar futuras explicaciones. Una especie de grito virtual que decía “soy esto, tómalo o déjalo”.
Mis dedos frenéticos en el teclado hacían que el tiempo transcurriera más rápido, pero de todas maneras, ya me estaba empezando a aburrir. Cuando estaba a punto de desconectarme del cyber mundo para intentar dormir, un perfecto desconocido apodado Astroboy me manda un mensaje que dice “Knock knock, felíz cumpleaños”.



I


- “Muchas gracias”, contesté.
- “Pura casualidad, justo miré tus detalles y parece que tenemos muchas cosas en común, por ejemplo, según estoy leyendo, veo que tu nombre es Marina y te gusta Herman Hesse. ¡A mi también me encanta!”
- “¡Qué bueno! Demian es mi libro favorito, después leí otros que me gustaron mucho, como El lobo estepario.”
- “A ver, sigo leyendo y puedo comprobar que te gusta...Oscar Wilde.”
- “Si, me encanta.”
- “Noooooooo.”
- “¿Por qué no?”
- “Porque Oscar Wilde y Herman Hesse no tienen nada que ver.”
- “Ya lo se, pero me gustan ambos. Hesse es reflexivo y se ocupa de la mente, en cambio Wilde habla de la belleza como valor.”
- “Wilde no me gusta para nada, en fin no podíamos coincidir en todo.”
- “No, es cierto” – coincido- “Bueno, como puedo ver en tus detalles, tu nombre no aparece.”
- “Disculpame, mi nombre es Astro. Pero ya que nos estamos conociendo, ¿no tendrías una foto tuya para mandarme por este medio?”
- “No, no tengo ninguna cargada en la máquina, ni bien tenga una prometo mandar”

Era verdad que no tenía ninguna foto para mandar desde la computadora. Pero en icq, como abunda tanto la mentira, cualquiera podía pensar que no estaba contenta con mi aspecto físico y que prefería ocultarme. En mi caso particular, no estaba ni conforme ni desconforme: entraba en la categoría de una chica de 23 años “completamente normal”, ni alta ni baja, ni gorda ni flaca, ni linda ni fea. El único rasgo característico que me puede distinguir de una muchacha promedio es que soy voluptuosa, al estilo de las actrices del neorrealismo italiano, pero eso prefería no decirlo enseguida, no porque me guste o me disguste, sino porque tenía miedo que la otra persona pensara de que yo me estaba mandando la parte.
- “Que lástima” –contestó – “Necesito con urgencia tener una foto tuya”
- “ Bueno, dije que ni bien tenga una te la voy a mandar.”
- “¿Y cómo voy a saber que es verdad que no tenés ninguna?”
- “Mirá, lo que te digo es tan cierto como que te llamás Astro.”
- “¿Estás segura de que eso es cierto?”
- “No, pero elijo confiar en vos. ¿Hago bien o mal?”
- “Cambiemos de tema, pero quien te dice que me mandes tu foto, yo te mande la mía nos gustemos y seamos novios. Hasta suena lindos nuestros nombres: Marina y Astro”.
- “Jajaja. Bueno, supuesto Astro. Prometo que ni bien tenga una foto te la mando, porque mi scanner murió, y ya lo velé y lo enterré”.
- “Bueno, pero entendé que el hecho de que me mandes tu foto es una necesidad urgente para mi. Pero mientras tanto, te voy a hacer unas preguntas”.
- “Pregunte, nomás”
- “Decime como sos, gorda flaca, no se.”

Cuando en un diálogo virtual, las preguntas son planteadas con respecto al físico, prefiero no mentir, así que la respuesta inevitable apareció en su monitor.

- “Soy delgada, pero voluptuosa, se puede decir.”
- “¿Y eso que significa, que sos culona?”

Con un poco de vergüenza prosigo...
- “Soy culona, pero por sobre todas las cosas, tetona.”
- “¡Me encantan las chicas tetonas! (Esto me salió del alma, sin preámbulos).”
- “Mire usted.”
- “Pero no me dejes así, tirame tus medidas, por favor.”
- “Bueno, te las digo. ¿Para que tanto preámbulo, no?
- “¡Si, por favor! Pero decime si estoy acertado ante este pronóstico: ¿estarás más o menos en los 100-60-90?”
- “Le fallaste un poco de arriba: en realidad, tengo 90, porque mi espalda es extremadamente chica. A las demás medidas sumale un par de centímetros más.”
- “¡Necesito tu foto ya!”
- “¿Tanto te entusiasmaron mis medidas?”
- “Si. ¿No ves que estoy enamorado?”
- “Si, si, ja ja ja.”
- “Hablo en serio.”
- “No, no hablas en serio.”
- “¿Por qué lo decís?”
- “Porque no podes sentir amor sin siquiera conocerme.”
- “¿Y vos como lo sabés?”
- “No me gusta utilizar la palabra saber, porque eso implica certezas, y soy partidaria de que las certezas no existen, por eso voy a utilizar la palabra concebir. Yo concibo al amor como algo muy fuerte. Por eso no uso ese término con demasiada frecuencia.”
- “Mirá que sos complicada. Yo en cierto modo, también lo soy.”
- “Y yo opino que sos misterioso, porque hasta ahora solo hablamos de mi.”
- “¿Qué querés que te cuente?”
- “No se, describite un poco.”
- “Te puedo decir que soy muy muy lindo.”
- “¿Y es realmente verdad que te llamás Astro?”
- “Me tengo que ir a dormir, buenas noches.”

Y se desconectó de la computadora.

martes, 18 de noviembre de 2008

Linda Frase

"No hay nada más opuesto a la imbecilidad que la inocencia. La característica del imbécil es su aspiración sistemática a cierto orden de poder. El inocente, en cambio, se niega a ejercer el poder porque los tiene todos".

Aldo Pellegrini.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Estado de coma

Quisimos tomarnos unas merecidas vacaciones por nuestros pagos, pero tuvimos algunos inconvenientes con el arribo.



Si bien quedamos en estado de coma, prometemos un regreso a todo trapo (o, al menos, un simple regreso) ni bien logremos despertar.

Cariños per tutti

viernes, 31 de octubre de 2008

Neutralidad

Llegué a mi casa pasadas las 4 de la tarde. Como cualquiera, lo primero que hice, después de abrir la puerta, fue encender la luz. No pasó nada. Fui hasta la cocina y lo mismo, nada. El ascensor había funcionado, así que el problema era mío. Fui hasta la caja de luz y todo estaba normal. Llamé a la portera. Creo que la desperté de la siesta. Me dijo que esperara hasta las 5, que era cuando comenzaba su horario de trabajo. Esperé. Vino y bajamos al zotano. Allí, al igual que en mi casa, estaba todo normal. Llamé a mi viejo. Antes de seguir, aclaro: sé tanto de electricidad como de física cuántica, o sea, nada. Mi viejo, en cambio, te puede hacer la instalación de luz de una casa, por más que sea ingeniero agrónomo. De hecho, alguna vez lo hizo. En fin, lo llamé y a la salida del trabajo se vino para mi casa. Empezó a ver y no podía saber qué era lo que pasaba. Me mandó a buscar un buscapolos (el primero que tengo después de dos años y medio viviendo solari), y cuando se lo trajé lo empezó a meter por acá y por allá. A todo esto, la portera me había dejado la llave del zotano, por lo que cada dos por tres yo subía y bajaba para dar o cortar la luz. Finalmente, mi viejo dice: "acá pasa algo raro, el problema no es tuyo, ves, me señala que los dos cables te transmiten electricidad". Obvio, yo no tenía ni la más puta idea de que había un cable positivo y otro neutro, y que, además, el buscapolos sólo se enciende cuando se coloca sobre el positivo. Me mandó a la ferretería en la que había comprado el buscapolos para que preguntara qué significaba eso. Cuando le conté, el tipo que me había vendido el buscapolos me dijo "uh, eso no puede ser, algo pasa en tu casa, por las dudas no enchufes nada que te lo va a volar". Cuando llegué a mi depto, mi viejo hablaba con un amigo electricista. Ahí le confirmó que tenía el "neutro" cortado en algún lado. Llamamos a la administración. Le conté lo que pasaba. La administradora me dijo que iba a hacer todo lo posible para enviarme un electricista de manera urgente. A la hora cayó el electricista y volvió a confirmar lo que había dicho el amigo de mi viejo: el neutro estaba cortado. Fuimos hasta el zotano, la portera, el electricista, mi viejo y yo. Ahí no pasaba nada. De ahí, mi viejo y el electricista subieron piso por piso para ver dónde estaba el problema. Yo me quedé en planta baja, junto a la portera. En un momento mi viejo me grita para que fuera al zotano a cortar la luz y que, mientras yo iba hacia allá, la portera subiera. Luego de cortar la luz yo también subí. Ahí la comunidad volvió a unirse y, todos, contemplábamos cómo un hijo de puta con un alicate me había cortado "el neutro". En segundos el electricista arregló el asunto y volví a tener luz. La portera dijo que no le extrañaba eso, había más de un hijo de puta en el edificio y por eso ella iba al psicólogo y al psiquiatra todas las semanas. (Excursus: un tiempo atrás, la portera había estado de licencia durante dos meses por presentar problemas psiquiátricos.) Luego nos despedimos, la portera fue hacia su casa, mi viejo bajó a abrirle al portero y yo entré a mi depto sin poder creer que alguien era capaz de haberme cortado el neutro.

jueves, 23 de octubre de 2008

El monstruito volador

Al llegar al terreno de la disputa, comprendí el porqué de la furia de los monstruitos: los Orangutanes tenían el aspecto de humanos; en verdad, los Orangutanes eran humanos. Rubios, pelirrojos, morochos, incluso estaban los de pelo castaño. Y mientras que los monstruitos reproducían esos sonidos infernales y decapitaban humanos, los Orangutanes intentaban hacer lo propio con barrotes de metal o palos de escoba con la punta afilada. Así fue que la matanza de Orangutanes no duró demasiado: sus cabezas rodaban por el suelo, la sangre salpicaba por todos lados, y siempre, como si el destino fuese irreversible, los monstruitos avanzaban y los Orangutanes retrocedían. Sufrían el ataque del batallón de Justina, del batallón de Homero y del que, en teoría, estaba a mi cargo. Las flechas atravesaban ojos, las armaduras detenían a los palos de escoba y luego los Orangutanes debían soportar el filo de algún arma. Cada tanto, un Orangután lograba dar muerte a alguno de los monstruitos, pero por un monstruito que moría, caían cincuenta humanos. En definitiva, todos los monstruitos avanzaban en la ferocidad bajo una consigna: exterminar a los otros. Todos, menos el monstruito volador en el que yo estaba, que, suspendido en el aire, sólo atinaba a arrojar una flecha cada cierto tiempo, y luego permanecía allí, estático, manteniendo la posibilidad del relato.


jueves, 9 de octubre de 2008

La madre rusa

Alguna vez escuchamos sus clases, alguna vez leímos sus artículos.
Ahora, lo leemos desde otra perspectiva:

Gargarella en TP

Vale quebrarse.

lunes, 6 de octubre de 2008

Feliz Cumpleaños, papá

Hoy una de las jirafas -la jirafa a la que le debemos este blog- está de cumpleaños. Recibe, suponemos de un modo relajado, los 26.
Mientras esperamos que alguna vez regresen los Cuadernos del Gran Jefe, y como la suerte le deparó ser hincha del Club pobre de La Plata, el lobo, y como es muy probable que jamás lo vea campeón, desde acá le dejamos, al menos, un poco de esssplendor, vistes, como para que se consuele.


sábado, 4 de octubre de 2008

12

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden y se entregan.


Oliverio Girondo. 1932, Espantapájaros( al alcance de todos).

lunes, 29 de septiembre de 2008

Papi, Papichulo

–Decí uh, ah, bien fuerte –me dijo Homero al oído
–Uh, ah –dije con la mano en alto, porque me había parecido apropiado. Fue un gran error. Enseguida los monstruitos voladores comenzaron a tirarle flechas a los de abajo, mientras que los de abajo se enfrentaban entre ellos.
–No, boludo, quién mierda te dijo que levantes la mano. Volvé a decirlo, volvé a decirlo ya, apurate.
–Uh, ah, uh ah, uh ah –dije esta vez y así como antes se habían empezado a matar entre ellos, ahora hacían las armas a un lado y todo lo que se veía era monstruitos cogiendo y la ganas enormes de Homero de cagarme a trompadas.
–Decí uh, ah una sola vez, sólo eso, no lo repitas, no levantes la mano, no te toques la chota, simplemente eso, uh, ah –me dijo Homero mientras que me daba golpes en el casco.
–Uh ah –dije y al instante todos se callaron y volvieron a ocupar sus lugares. A ninguno parecían importarle los muertos que acababan de matar y ninguno parecía recriminar las órdenes que había dado.
–Bien, ahora decí bruc, brac, bracbrac y después empezá a marchar junto a nosotros.
–Bruc, brac, bracbrac –dije y me puse a caminar junto a Homero y la mujer de labios torcidos.
–¿Cómo te llamás? –le pregunté a la mujer.
–Justina –dijo.
–Lindo nombre.
–No te pasés de vivo, Mandrake –dijo Homero.
–Dejalo tranquilo, además, vos nunca me decís cosas así, nunca me dijiste nada de mi nombre, en verdad nunca me dijiste nada de nada, me decís vamos a la guerra y yo voy, vamos a la cama y ahí me tenés, pero jamás me decís nada lindo.
–Mandrake, la reputísma madre que te re mil parió. Mirá las boludeces que tengo que soportar. Y vos, dejate de joder, estamos yendo a la guerra y me venís con esas cosas.
A partir de ahí caminamos en silencio. Un silencio paradójico, un caminar perturbador. Íbamos a la guerra, a deshacer nuestros cuerpos frente a los Orangutanes, pero el paisaje sólo se presentaba como un descampado inconmensurable. El paso de los monstruitos era un repiqueteo constante. Cada tanto me daba vuelta a observarlos, y me emocionaba, se me piantaba, dirían algunos, un lagrimón. Sin duda, verlos caminar representaba toda una circunstancia poética. A veces el viento levantaba un poco de polvareda, pero nadie se inquietaba por eso. El cielo continuaba despejado, y, en su momento, Virgilio me había advertido que no se habían anunciado cambios climáticos significativos, que el día estaría de puta madre. Y lo estaba. Pero ninguna de esas circunstancias del territorio lograban atemperar mi ánimo. Marchábamos a la guerra, no a Disney World y eso me trasmitía un gran cagazo.
Al fin, luego de caminar durante bastante tiempo, Homero me hizo una seña para que nos detuviéramos. A lo lejos se veía una gran nube de polvo que nacía del suelo. Se están preparando, dijo Homero. Virgilio tenía razón, dijo Justina, van a atacar hasta con tierra. No entendía de qué hablaban, pero eso importaba poco. La guerra había dejado de ser un preparativo insoportable, una armadura ridícula y un arma retrógrada; aquella nube de polvo indicaba que ahora la guerra era la nueva realidad.
–Acordate, repetí exactamente lo que te digo: esturdín atrox, atrax intritrotrox Justina –dijo Homero.
–Esturdín atrox, atrax intritrotrox Justina –dije y los monstruitos de la primera línea comenzaron a caminar hacia adelante. Cuando llegaron hasta donde estábamos, Justina empezó a caminar y los monstruitos fueron detrás de ella. Durante algunos minutos vi transitar por mis costados al batallón que combatiría en primer lugar. Ninguno parecía inmutarse y aún menos arrepentirse de la dirección a la que los llevaban sus pasos, tan sólo caminaban detrás de Justina bajo el sol de la primera tarde. A lo lejos, todavía continuaba la nube de polvo. Junto a mí, Homero contemplaba al resto del ejército, y detrás del ejército ni siquiera se divisaba el campamento del que habíamos salido. Sólo nos amparaba el desierto. La mano de Homero me hizo girar y comprobé que el batallón de Justina se había detenido. Me dijo que me quedase tranquilo, a partir de ahora ella tenía el poder sobre aquellos monstruitos. Nunca estuve nervioso por ellos, siempre temí por mi vida, pensé pero no me atreví a decírselo; supuse que él estaba al tanto de ese sentimiento.
–En cinco minutos salen para allá. Yo me voy a ir con la tropa mediana, vos salís último, con los voladores. Uno de ellos te va a llevar. Tenés que estar muy atento, cuando Justina comience el ataque, yo comienzo a marchar, y ni bien me veas atacar a mí, vos salís con los voladores. ¿Entendiste?
–Sí.
–Perfecto. Ahora repetí: esturdín atrox, atrax intritromediox Homero.
–Esturdín atrox, atrax intritromediox Homero –dije y, como había dicho Homero, los monstruitos del medio comenzaron a acercarse a él.
–Recordá, para que te sigan tenés que decir papi, papichulo airus aplenus Virgilio.
Después de la experiencia de horas atrás, estampé esas palabras en mi memoria. Fijé la vista en el batallón de Justina y en el momento exacto en que el batallón que acompañaba a Homero se detuvo, el de Justina, despavorido, corrió a enfrentarse con los Orangutanes. Desde mi posición no podía observar nada, y si bien la idea de esperar el momento que Homero me había indicado me parecía ridícula, no hice más que eso; así fue como, conciente de mi estado de milico, asumí el rol del vigía perfecto. Aunque por suerte no tuve que esperar demasiado para abandonar mi papel de testigo: minutos después de que lo hiciera el batallón de Justina, el de Homero comenzó a correr hacia la polvareda que, con cada monstruito que se le sumaba, acrecentaba cada vez más su tamaño. Sin más alternativas, y con una sonrisa en la cara que nunca supe de dónde había sacado, giré y, de frente a mi batallón de monstruitos voladores, dije:
–Papi, Papichulo airus aplenus Virgilio –y segundos después estuve en la espalda de un monstruito camino a la guerra.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Puán (o la construcción de la paranoia que a nadie le importa)

Informe de la reunión de la Junta Departamental de la carrera de Letras.
Lunes 08 de septiembre de 2008 19:00 hs.

Índice

0- Presentes

Orden del día

1- Lectura del acta de la reunión anterior
2- Informe del Director
2. a- Centros Universitarios en los Penales Ezeiza y Devoto
2. b- Problemas con la constitución de jurados
2. c- Informe de la sesión de Consejo Directivo respecto de la situación presupuestaria
3- Adscripciones: Lingüística Interdisciplinaria y Sociología del Lenguaje
4- Proyecto de adscripciones presentado por la minoría de estudiantes.
5- Comentario sobre el reglamento de cátedras paralelas
6- Pedido de concurso de Lingüística Interdisciplinaria

0- Presentes
Mayoría del claustro de Profesores: Américo Cristófalo.
Mayoría del claustro de graduados: Alicia Carrizo, Mariana Bendahan.
Minoría del claustro de graduados: Hernán Biscayart.
Mayoría del claustro de estudiantes: Lucía Salgado.
Minoría del claustro estudiantil: Maximiliano Maito.
Sr. Director del Departamento: Jorge Panesi.
Sra. Secretaria Académica: Susana Santos.

A la reunión asisten además varios estudiantes y graduados en carácter de oyentes. (Nota: cualquier persona que vaya a la reunión de la Junta puede pedir la palabra y pedir que la Junta se expida sobre cualquier tema).

Orden del día
(Nota: Se sucedieron algunos cambios sobre el orden original, seguimos el orden en el que se dieron los temas.)

1- Lectura del acta de la reunión anteriorAntes de la lectura, Román Settón indica que en el transcurso del día había enviado un mail con una lista de observaciones sobre el acta (ya que ésta fue enviada anteriormente por mail a los integrantes de la Junta por la Sec. Académica), sobre todo en lo referido a la cuestión del "Proyecto de Selección Interna para Aspirantes a Ayudantes de Primera y de Segunda" que se discutió en las reuniones anteriores. La Secretaria Académica, Susana Santos, consulta el horario del envío y se abre un debate acerca de esto… que si antes de las 12:00… o antes de las 15:50… ya que a las 15:30 fue la última vez que chequeó el mail porque al estar sola en el Departamento estuvo atendiendo al público desde esa hora. (Nota: la Secretaria Administrativa, Patricia Dobarro, estaba ausente por enfermedad).
Panesi lee el acta sin más sobresaltos que alguna interrupción de Settón que queda saldada cuando éste le solicita a Susana Santos que imprima el mail enviado por él algunas horas antes. Finalmente, Santos imprime una copia del mail enviado por Román Settón para su posterior discusión.
Mientras Settón comienza con sus Observaciones, Alicia Carrizo vuelve a señalar que Settón sólo está presente en calidad de asistente y no como representante de la mayoría de graduados. (Nota: Alicia Carrizo, Mariana Bendahan, Román Settón y Silvia Delfino son los 4 representantes electos para la mayoría de graduados durante el período 2007/2008, titulares y suplentes respectivamente de la Lista Propuesta). Settón pregunta por la omisión de su propuesta a la Junta para que ésta se expida sobre 3 temas puntuales. Antes de avanzar un poco más, Carrizo pide que en el acta no diga "el Prof. Settón propone" sino que diga "el Prof. Settón sugiere" ya que –aludiendo a la teoría de los actos de habla- de la otra forma parecería que la Lista Propuesta está avalando a Settón. Bendahan, Carrizo y Settón sigue discutiendo, el resto de los presentes se esfuerzan sin éxito por esuchar y comprender a 3 personas hablar al mismo tiempo… el aire podía cortase con un cuchillo. Carrizo continúa haciendo referencia a categorías lingüísticas del tipo "ese verbo no me gusta" o "¿podemos disctutir el género 'acta'?", tras lo que ella y Settón se enroscan en una riña, en la que Settón acusa de antidemocrática a Carrizo y Carrizo de "niño rebelde" a Settón.Settón critica que no surge con claridad el hecho de que la Junta cree que el "Proyecto de Reglamento…" sería deseable pero es inviable por la escasez de recursos. Panesi propone que el Acta no se firme en el día de la fecha y que Settón corrija/agregue lo que considere necesario y si hay acuerdo con lo agregado por él, proceder a la firma en la próxima reunión. Todos están de acuerdo. La firma y la lectura quedan para la próxima reunión, a consideración de las modificaciones.

2- Informe del Director
2. a- Centros Universitarios en los Penales Ezeiza y DevotoPanesi, por cuestiones que tienen que ver con el dictado de clases de la carrera de Letras en los Centros Universitarios de Ezeiza y Devoto, pide para estos fines la donación de lo recaudado en el Congreso de Letras. Bendahan propone determinar qué material hace falta para donar, ella asume la responsabilidad de la tarea. Settón comenta que dada la desfavorable situación material del Departamento de Letras, parte de lo recaudado podría usarse por ejemplo para arreglar la computadora, o comprar otra, o un escáner, etc. La estudiante Salgado señala que los recursos para el departamento tienen que salir del presupuesto universitario. Settón retruca: "Los recursos para financiar UBA XXII también tienen que salir del presupuesto universitario" . Biscayart –luego de aclarar su intención de "no ser indiscreto"- consulta la suma en pesos de lo recaudado por el Congreso. Panesi explica que por demoras burocráticas y administrativas no tiene esa información.> UBA XXII es un programa universitario para los penales de Ezeiza y Devoto mediante el cual las personas privadas de su libertad pueden cursar parte de la carrera de Letras. Actualmente se están dictando las materias Lingüística, a cargo del Doctor Salvio Martín Menéndez y Literaturas Eslavas, a cargo de la Doctora Susana Cella. Hay dos propuestas más: una para dictar un Taller de Escritura y otra para un Seminario de Publicaciones Periódicas. Los programas están en el Departamento.[Para más información sobre UBA XII http://www.uba.ar/extension/trabajos/uba.htm]

2. b- Problemas con la constitución de jurados
Para el jurado del concurso de Literatura Brasileña y Portuguesa: Susana Zanetti no contesta los mails.
Para el jurado del concurso de Teoría Literaria II: rebotan los mails que se le enviaron a Flora Guzmán.
Se propone a Jorge Schwartz por Zanetti y a Miguel Vitagliano por Guzmán.

2. c- Informe de la sesión de Consejo Directivo respecto de la situación presupuestaria
Panesi le cede la palabra a Mariana Bendahan quien informa sobre la cuestión presupuestaria tratada en Consejo Superior:
Existe una partida presupuestaria del Ministerio de Educación para los ad honorem en Filosofía y Letras que alcanza aproximadamente para solucionar el problema de 110 docentes. Hace 9 meses que se vienen girando los listados con aquellos a quienes les corresponderí a por orden de antigüedad. El listado se armó teniendo en cuenta también a aquellos docentes que tienen rentas precarias. El problema es que nadie está cobrando esa plata, es decir, que la partida está parada y no la destraban.

El Consejo Superior reolvió:
1° Exigir que se haga público el detalle de los números del inciso 1 del presupuesto para saber en qué se utiliza el presupuesto, qué es para docentes, qué para cargos políticos, etc. La resolución fue votada por unanimidad. (Nota: el Inciso 1 del Presupuesto de la Facultad es el que se refiere a los "Gastos en Personal" y distribuye alrededor de 90% del total del Presupuesto) .
2° Declarar la "Emergencia presupuestaria" en la Facultad. La resolución fue votada por unanimidad.
3° Exigir que la próxima sesión del Consejo se haga en el hall del Ministerio de Educación para exigir la partida y en tono con la declaración de emergencia presupuestaria. La resolución fue votada por unanimidad.

3- Adscripciones: Lingüística Interdisciplinaria y Sociología del Lenguaje
(Pedimos disculpas por si alguno de los datos no es correcto, ante cualquier duda, consultar el acta en el Departamento de Letras)
Adscripciones a Lingüística Interdisciplinaria:
Nicolás Chiavarino dirigido por Alejandra Vitale
Mariana del Rosal dirigida por Alejandra Vitale
Victoria Ferrero dirigida por Alejandra Vitale
Mariana Lanusse dirigida por Roberto Bein
Adscripciones a Sociología del Lenguaje:
Andrés Buisán dirigido por Elvira Arnoux
Ignacio Javier Pérez González dirigido por Elvira Arnoux
María Florencia Sartori dirigida por Roberto Bein

4- Proyecto de adscripciones presentado por la minoría de estudiantes.
[Si querés saber qué es un adscripto: http://www.enacto.org/investigacion/?page_id=26]
El Director del Departamento cede la palabra al representante de la minoría estudiantil, Maximiliano Maito quien comenta la propuesta: Aclara en primer lugar que, a diferencia de lo enviado por mail hace 3 semanas, ya no se trata de un "Reglamento de selección" sino de un "Plan de Incentivo para Aspirantes a Adscriptos".
Antes de que avance la discusión, Cristófalo menciona que "logró" que la comisión evaluadora de los UBACyT (http://www.enacto.org/investigacion/?page_id=24) –de la cual forma parte, junto con docentes de toda la Universidad- reconozca y otorgue puntaje a los directores de adscriptos. Señala que se les dará la misma cantidad de puntos que a los directores de tesis de licenciatura.
Continúa la discusión sobre algunos "considerandos" . La minoría estudiantil ve que la figura del adscripto es una figura importante en tanto es el lugar donde el estudiante puede tener acceso a la investigación a la vez que a la carrera docente. Es decir, donde se aprenden las prácticas de investigación y se comienza a trabajar en un equipo con estos fines (como es un equipo de cátedra). Agrega además que suele ser a partir de allí, de la figura del adscripto, que una persona comienza su carrera en la enseñanza académica.Carrizo (como es habitual) interrumpe a Maito y llama la atención sobre el hecho de que la figura del adscripto es una figura que sólo existe en la Facultad de Filosofía y Letras. Panesi pregunta: "¿conocés la Historia de los adscriptos?" . El Director del Departamento relata que varios años atrás, en medio de una situación de ahogo presupuestario y mucha oferta docente, para descomprimir la demanda de puestos en las cátedras, se creó la figura del adscripto. Comenta entonces el origen "espurio" ya que el fin oculto era fomentar el trabajo en el ámbito docente con la garantía de que no se cobre una renta. Una vez más, el salvajismo de la competencia ingresaba a la facultad. (Nota: hace 3 semanas, el Consejo Directivo de la Facultad elevó el número de adscriptos que puede dirigir un docente de 2 a 5. Esto fue comentado en la reunión de Junta anterior y las opiniones en general fueron que es casi imposible dirigir más de 2 adscriptos, y que alguien tenga la posibilidad de dirigir 5 es un delirio). Panesi comenta que de todos modos, lo alegra saber que aquello que tuvo un origen oscuro sirva ahora a los estudiantes con intenciones de armarse académicamente.Carrizo acusa a la minoría estudiantil de "sustentar el trabajo en negro puesto que a los alumnos se los utiliza para realizar de todo tipo de tareas para la cátedra sin que perciban un salario por lo mismo". Ella sostiene que las cátedras usan a los alumnos de "cadetes" o "che pibes". Una estudiante presente en la reunión advierte que es responsabilidad de los docentes el tratamiento que se le da a los adscriptos, puesto que sacar fotocopias o ir a buscar café para la cátedra no forman parte de las obligaciones del adscripto. Biscayart, de la minoría de graduados, menciona la importancia de la figura del adscripto como primer acercamiento a la investigación y a la posibilidad de seguir estudiando en el área de su interés. Carrizo señala que cuando ella era estudiante "no pensaba en seguir estudiando" (¿en qué estaría pensando? O ¿cómo habrá llegado a ser docente entonces?). Maito defiende el "Plan de Incentivo para Aspirantes a Adscriptos" sin dejar de mencionar que la ampliación propuesta por la nueva resolución del Consejo es un tanto ridícula (5 adscriptos por docente) pero que un adscripto por docente de la carrera sería deseable. Susana Santos menciona que el adscripto sigue la lógica de la estructura de cátedras, y hace referencia a las interminables críticas que la Junta en su conjunto le ha hecho a esta estructura. Settón señala que de todas maneras, al pedir una designación docente, una promoción o un concurso, seguimos avalando el funcionamiento de la estructura aún estando en contra; y que lo que tenemos que hacer no es romper todo sino mejorar la institución paso a paso, en la medida de nuestras posibilidades.
Carrizo se opone a seguir discutiendo "este tipo de proyectos… Hay que evaluar la pertinencia de los temas. ¿Letras es reglamentarista ahora? ¿En qué nos convertimos como junta? Me encuentro discutiendo el reglamento del reglamento. Me opongo. Hay que hacer una investigación de los temas que se quieren presentar. Somos una paranoia del reglamento. Hagamos, entonces, un reglamento del reglamento". Carrizo también acusa a Maito de ser "un vocero" de cualquier estudiante que se cruza en el pasillo, (¿insinúa que el 'representante' es un grado mayor a cualquier estudiante del pasillo? ¿o que las necesidades del pasillo no deberían ser contempladas por la junta?), y dice que la minoría estudiantil debería considerar el estado y la predisposició n de la junta antes de proponer que se trate un tema. El estudiante por la minoría, Maximiliano Maito, hace su descargo recalcando que su ingreso a la Junta tenía como objetivo transformar la realidad que no le agrada, y que para ello hay que conocer la realidad, y parte de la realidad (importante si se habla desde un lugar institucional como la Junta) son los reglamentos. Además, Maito agrega que es la comunidad la que debe marcarle la agenda a la Junta y no la Junta a la comunidad, que cuando pasa esto último se traduce en una Junta que le da la espalda a la carrera; y que el "Plan de Incentivo…" surge de las inquietudes de muchos estudiantes que quieren comenzar a desarrollar sus prácticas de investigación.
Cristófalo comenta que no sabe si la Junta es el lugar de discusión de los reglamentos, puesto que él cree que el ese lugar es el Consejo Directivo, "podemos discutir la figura pero no podemos discutir reglamentos, ya que no es la Junta la que los elabora". La estudiante por la mayoría, Luciá Salgado, dice: "la figura del adscripto es nefasta, es trabajo en negro y no hay personas que quieran hacerlo", y agrega: "estoy cansada de discutir estas cosas". Cristófalo responde que ve una contradicción en la postura de la mayoría estudiantil: por un lado no quiere adscriptos porque es "trabajo en negro" pero por otro lado impulsa la creación de cátedras paralelas sabiendo que ellas requieren un equipo de cátedra nombrado íntegramente ad honorem… "¿eso no es trabajo en negro también?". Settón acuerda en que quizás no sea la Junta el ámbito para discutir reglamentos pero que así como estamos, se confía en la discreción de los que elijen… y quizás eso sea algo cuestionable. Cristófalo insiste en que mientras haya un reglamento vigente de la Facultad, ése es el que se debe usar para evaluar. Y que si lo queremos modificar, tenemos que buscar el contexto adecuado: el Consejo Directivo.Carrizo insiste en dejar la discusión, y lo propone como moción de orden para votar. Panesi le cede la palabra al estudiante por la mínoría –Maito- nuevamente ya que él propuso el tema para el debate. Maito señala que el "Plan de Incentivo…" tenía dos partes. La primera, más parecida a un reglamento- es donde se proponen grillas de evaluación para los antecedentes y para el proyecto de adscripción, y donde se habrían de fijar criterios de evaluación. Y la segunda parte es más parecida a un plan operativo para fortalecer la planta de adscriptos. Maito dice que hasta ahora se discutieron los considerandos –la figura del adscripto en general- y la primera parte. Entiende que la Junta no es lugar para fijar criterios de evaluación ya que el reglamento vigente (de Consejo Directivo) es explícito en este tema (cito: "El docente o la cátedra fijará los criterios de selección para incorporar los adscriptos") por lo que la discusión de la primera parte le parece cerrada. Pero agrega que si hay consenso en la mayoría de los presentes en la necesidad de ampliar la plana de adscriptos, se debería avanzar en la discusión pragmática y operativa.
La graduada Bendahan consulta a Maito si tiene alguna propuesta concreta. Maito responde que no quisiera verse en el lugar de obligar a los docentes a tener adscriptos ni ejercerles ningún tipo de coerción, ni que la junta quede en ese lugar, por lo que más allá de algunas ideas, quiere discutir qué medidas creen pertinentes para hacer crecer el número de adscriptos. Luego de esto, la discusión se difumina. Por último, Bendahan le comenta a Maito que sería interesante hacer que los adscriptos reciban alguna compensación de parte de la Facultad por su trabajo, algo así como una beca.

5- Comentario sobre el reglamento de cátedras paralelas
Panesi lee un pedido que se le hace de reglamento de cátedras paralelas. Carrizo casi llora: "¿más reglamentos? ". Carrizo se quiere retirar, porque "son las nueve de la noche ya, y dos horas son demasiado". Panesi se explica: dice que el Consejo Directivo va a tratar un Reglamento para las cátedras paralelas, e invita al Departamento a efectuar propuestas. Los presentes se dan por enterado.

6- Pedido de concurso de Lingüística Interdisciplinaria
Bein y Arnoux piden renovación de los concursos con dedicación exclusiva. Bendahan señala que esos concursos ya se habían pedido. Settón pregunta si se sustanciaran. Panesi señala que queda planteada la cuestión y se levanta la sesión.

Próxima entrega: lunes 22 de septiembre a las 19hs. en el tercer piso de la facultad. Abierta a la presencia de cualquiera. Quien vaya, sin problemas podrá tomar la palabra y plantear un tema en la discusión.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Lizzy y Emilio, ¿qué remedio?

Inhalo, exhalo, inhalo siempre por la nariz. Todo es bueno porque lo malo pasa. Ommmm, shantiiiiii, ¿cómo mierda era esto? Estúpida, ¿no podés concentrarte por un minuto? ¿Se supone que esto va a eliminar mi odio? Debo ser una enferma bien occidental. Lizzy apaga la videocasetera y deja los ejercicios. Sentada en el sofá enciende un cigarrillo. Tengo que enfrentarlo una vez más, no puedo quedarme con todo esto adentro mío. El debe estar bárbaro mientras yo estoy acá con un video de yoga para principiantes. No hay derecho. Lizzy se levanta y con el cigarrillo en la mano mira el teléfono sin todavía decidirse si va a usarlo.
Emilio retrasa el despertador por octava vez y tapa su cabeza con la almohada. Al sonar de nuevo, por fin se levanta y luego de desperezarse mira la hora. Puta madre, la una. Yo que quería levantarme temprano para ir al super. En la cocina rescata de la pila de platos que hay en la pileta una taza sucia. La lava con intenciones de prepararse un café instantáneo, pero como ya no hay ve si queda algo para tomar. Sólo un saquito de té de frutillas, porquerías de Lizzy cuando se quería hacer la natural. Después de tomar esta basura, voy al super urgente. Emilio, sin estar del todo lúcido mira el segundero del reloj y el sabor del té la hace pensar en ella. ¿Que estará haciendo ahora? ¿Habrá conseguido alguien que la soporte? Difícil, aunque no tanto… linda era, muy linda. ¿Qué tenía que comprar además de café? Casi sin notarlo, Emilio había vaciado la taza. ¿Terminé esta porquería? Si ella supiera se pondría contenta, pero no tiene sentido llamarla. Mejor hago la lista del super, a ver, donde habrá una birome por acá… parece que no la encuentro. Chau, veré que compro cuando esté allá, café y… ¿qué más necesitaba?
Después de veinte minutos y del tercer cigarrillo, Lizzy lo llama. No contesta. ¿Dónde estará? Qué idiota, y yo soy todavía más idiota por querer hablar con él. Regresa al sofá y enciende otra vez el televisor, pero no para seguir con su clase sino para hacer zapping. Se decide por una película emotiva que ya había visto junto a Emilio y sin odio ni fuerzas abraza al almohadón más cercano.
Hamburguesas congeladas, salchichas, arroz con salsa deshidratada de hongos, fideos en tres minutos sin colar, todo chatarra. La puta, me olvidé de comprar café. Soy un desastre. Esto no me pasaba con ella, estaba en todo, pero los gritos y esas cosas. Bueno, quería que yo fuese alguien mejor, que me quisiera más, que la quisiera más. Emilio se sirve gaseosa y piensa que su vida no es mejor sin ella, que no pudo cumplir su promesa y que incluso aquellos gritos le servían para no aburrirse tanto. Abre la agenda y por unos minutos contempla ese número que nunca volvió a marcar. Después de otros tantos minutos se decide y llama.
Momento cumbre: Lizzy abandona el almohadón para abrazar una bolsa de papas fritas. Llora de emoción, pero su estado de transe es interrumpido por el teléfono. ¿Quién mierda llamará ahora? Seguro alguien que vende enciclopedias o la boluda de Carla para contarme lo bien que anda con Miguel.
-Hola –dice Lizzy de mala gana.
-Lizzy, sos vos- responde Emilio con voz dulce.
-Emilio… que tal… ¿qué contás?
-Nada, me acordaba de vos, viste que yo no voy mucho al supermercado y hoy para el desayuno sólo quedaba un saquito de te de frutillas, ese que me trajiste vos, ¿te acordás?
-¿Té de frutillas? ¿Yo te llevé té de frutillas? –pregunta Lizzy para fingir que no se acordaba.
-Sí, bueno, fue hace tiempo, cuestión que me tomé la taza entera. No era tan feo, ¿sabés?
Lizzy se emociona: se había acordado de ella con una taza de té. Tal vez, él también la recordaba en todos los detalles, tal vez ella podía ser esa excepción a la regla. Pero por las dudas intentaba no mostrarse conmovida.
-Mirá vos… yo desayuné con un café doble, sin leche. ¿Para esa boludez me llamaste?
-Quería saber si estabas bien.
-Estoy muy bien, gracias.
-Me alegro, bueno, no tanto. Te extraño…
Lizzy derrama más lágrimas, no puede creer el llamado de Emilio. Intenta saber cuál es la forma apropiada de reaccionar, pero su voz llorosa resultaba imposible de disimular.
-Emilio, me hiciste mucho mal. ¿Por qué llamás ahora?
-Decime que no me extrañás y no vuelvo a molestarte. ¿Estás llorando?
-Sí, por una película que pesqué por cable…
-Siempre llorabas en las películas…
-Y vos siempre me abrazabas…
-Veámonos, tontita… no te ofendas con lo de tontita, te lo digo con cariño…
-Pero…
-Vos también me extrañás…
-No sé que decir, Emilio…
-Nada, no digamos nada. ¿Tu casa o la mía?
Lizzy también lo extrañaba, pero como no le salen las palabras permanece en silencio y contempla la taza sucia sobre la mesa, la colchoneta en el piso, la bolsa de papas fritas sobre el sofá, el cenicero lleno de colillas. El desorden de ella de a poco se parecía al de Emilio y él no debía ver eso.
-¿Cambiaste las sábanas?
-Lizzy… me alegra que estés tan sugerente…
-No te vayas por las ramas. ¿Cambiaste las sábanas?
-Te extraño tanto que voy a dejar que me trates como a un objeto sexual –dice mientras ríe.
-Basta. ¿Las cambiaste? –dice Lizzy a los gritos.
-Prometo cambiarlas antes de que llegues – responde Emilio con alegría.
-Entonces esperame, me fumo un pucho y voy para allá.

FIN

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Oooh, vamos a la guerra!

Por suerte había llegado la hora de la contienda. Las tropas de monstruitos ya no soportaban la quietud ni la displicencia con la que todo sucedía. Permanecer sin matar, sin enfrentarse contra los otros generaba un estado de excitación tal que ni las jornadas de grandes orgías y las noches de canibalismo lograban calmar. Después de varios días nublados volvimos a ver el sol y eso pareció reconfortar un poco el ánimo de los soldados. Pero sólo un poco. Conciente de eso, Virgilio comandaba todo desde la carpa central y, al ritmo del Whiscolet y partidas de T.E.G., planificaba las tácticas con las que en unos minutos enfrentarían a los Orangutanes: los vamos a hacer mierda, decía después de cada vaso. Homero, mientras tanto, se limpiaba la pierna del medio que, minutos atrás, había sido empleada para satisfacer a uno de los monstruitos, y luego se colocó la armadura que él mismo había confeccionado. De a poco, todo fue, lo que se dice, tomando color. Los monstruitos de mayor rango alistaron al ejército con una rapidez notable: bastaron algunas palabras en ese idioma que jamás pude llegar a conocer para que los más veloces se colocaran al frente del batallón, los más altos justo detrás de ellos y por encima de todos los monstruitos voladores. Un espectáculo difícil de olvidar, verlos ahí, juntos, ordenados, controlados, dispuestos a avanzar sin demasiadas preocupaciones, como si fuesen a pasar un día de campo pero con hachas, alabardas, lanzas, espadas y arcos largos. Por su parte, las armaduras ofrecían un espectáculo propio no sólo por los diversos colores, sino, además, por las distintas formas que cada una tenía para adaptarse a los cuerpos de cada monstruito. Una imagen hermosa: adornos, objetos y cuerpos a punto de enterrar la modernidad en el campo de batalla.
Al frente del batallón, Homero y la mujer de boca torcida dialogaban mirando un mapa. Yo estaba junto a las carpas, a la espera de que Virgilio saliera y fuese a reunirse con los otros. Todos esperábamos por algo, en verdad, todos esperábamos por Virgilio, pero nadie lograba reproducir la espera de la muerte que desde hacía días se había instalado sobre aquél descampado. Aunque creo que lo cierto era que sólo yo reparaba en ella.
–Mandrake, vení un segundo –dijo Virgilio desde la carpa. Me levanté del tronco desde el que había contemplado todo el despliegue anterior y fui hacia allá. Sobre la mesa, además de un gran mapa, había varias botellas vacías de Whiscolet. Virgilio, arrodillado, vomitaba una sustancia verde.
–¿Qué pasa, te fuiste de mambo?
–Sí, esta vez se me fue la mano con el Whisco… – y un nuevo vómito le interrumpió la frase–. Disculpá, no me tomé muy en serio todo esto. Vas a tener que hacerme un favor. Agarrá mi armadura y ponetela… Bien, te calza justo, Homero ya está al tanto, pero yo… -otro vómito volvió a interrumpirlo–, la puta madre, siempre me olvido de que no soy uno de estos monstruos de mierda, te decía, yo despierto algo en esos monstruitos y por eso acordamos que tomaras mi lugar. Quedate tranquilo, no te van a reconocer. Tomá, limpiale un poco el vómito y después ponete este casco… Genial, ahora andá para allá, Virgilio te va a decir lo que tenés que decirles para que te sigan, del resto se encarga él.
Salí de la carpa y caminé hacia donde estaban Virgilio y la mujer. Los monstruitos, al notar mi presencia, comenzaron a gritar de un modo espantoso.
–No te asustés por los gritos, sólo es un poco de amor –dijo Homero y luego me dio unos golpes en el casco. La mujer amenazó con besarme, pero la detuve con los brazos; ellos se rieron.
–Esta vez no te va a pasar nada. Ahora dame un beso, que si no van a empezar a sospechar que acá hay algo raro.
La besé, mejor dicho ella me besó y mientras sentía los labios torcidos sobre los míos, Homero me golpeó un par de veces el culo.
–Es suficiente –dijo–. Ahora sí empieza la posta. Vamos hacia allá y no dejes de repetir exactamente todo lo que te diga.
Nos acercamos unos metros más hacia las tropas. Homero permanecía serio; la mujer, con la boca torcida, y yo simplemente estaba a la expectativa del fracaso.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Historia de las ideas

No hace mucho tiempo se pregonaba desde los lugares más prestigiosos del sistema internacional el fin de la historia. Este eufemismo que encierra el fin de las ideas, dio paso al último eslabón de una reingeniería que no desatendió ningún área de la vida humana, intentando así, concebir a un mundo que debería ser entendido en una sola forma, pero fundamentalmente explicado, conducido y administrado de una sola manera.

Pero la historia misma, nos enseña en sus ciclos sus respuestas. Y su principal enseñanza es que la historia no solo se hace con ideas de escalpelo nacidas de sucesos y personajes de renombre, la historia como diría J. H, Arregui “fluyente de todo devenir histórico no es comparable a compartimientos estancos, sino mas bien, a vasos comunicantes, donde la continuidad del transvasamiento es lo peculiar del proceso”. Y esa continuidad del proceso la transitan los hombres de todos los días, porque mientras haya hombres habrá historia y habrá tiempo, haciendo imposible el punto final.

Así, los hombres de todos los días en Latinoamérica, están garantizando la continuidad de la historia y por ende las ideas. Pero esta historia se repite también con sus diferencias, y hoy, muchos son los gobiernos en la región que acompañando el mandato popular defienden al gobierno democrático de Evo Morales en Bolivia, que refrendado con un 67% de votos positivos dio legitimidad con el aplastante numero de la mayoría. Pero la historia se repite. Los conceptos son los mismos, y en nombre de la democracia y la paz social se desestabiliza a un país que concentra en el 10% más rico el 50% de sus riquezas y pretende cambiarlo.

Pero en Bolivia no habrá retorno ni retroceso, porque son los mismos bolivianos dueños de sus destinos, y no una democracia anacrónica indigenista como quiere mostrarse desde sectores que solo se preocupan por su rentabilidad, esgrimiendo una superioridad intelectual y racial rayana a la idiotez.

La historia no terminara. La sensibilidad de la gente es una variable imposible de ser sujeta a predicciones y especulaciones; y aunque tarde en madurar siempre estará latente, como lo esta hoy en el pueblo boliviano y todos los que creemos en el.

La historia se repite nuevamente en la región, que no sea ni tragedia ni farsa, sino Latinoamericana y autentica dependerá de la suma de nuestras voluntades. Por eso, defender a Bolivia es protegernos, pero fundamentalmente es garantizar la historia, sus ideas, y a los hombres de todos los días.

Lizzy, Emilio y el día en que se separaron

Tres horas atrás, el teléfono sonó en lo de Emilio y hacía una hora que Lizzy esperaba encontrarlo. La impuntualidad, rasgo que siempre odió de él, comenzó a irritarla. Aún así, esa hora de retraso la obligó a confirmar esa decisión que de otro modo ella no habría tomado.
Emilio caminaba sin apuro. La frase en el teléfono: tenemos que hablar. El sabía que palabras como esas nunca pronosticaban nada bueno. No estaba alarmado, pero su andar era reflexivo no por la frase en sí, sino por el tono tranquilo que ella había utilizado. El timbre de su voz siempre había sido agudo, insoportable, y cuando se quejaba por algo que creía, tenía solución, ese sonido se intensificaba hasta romper hasta el más insensible de los tímpanos. Pero su forma de hablar durante el llamado telefónico fue casi tan apagada y tranquila como la que él siempre impostaba. Caminaba sin apuro, porque la tranquilidad de la voz de Lizzy sin querer le había anunciado que el futuro mensaje contendría palabras que el no hubiera querido escuchar con urgencia.
Lizzy pitaba el cigarrillo con lentitud. A diferencia de otras ocasiones, no fumaba con ansiedad. Pensó que sólo las cosas que deseaba eran las que la hacían sentir ansiosa. Lo que saldría de su boca sería inevitable. Algo que ya no podría posponerse. Hoy no se dejaría conmover por esa figura desgreñada, que en otros tiempos, al igual que en estos, le parecía encantadora. No quería verse como una gritona frente una pared de ladrillos, y ya, sin ganas de gritar, piensa que la soledad junto a Emilio no sólo no le daba respuestas, sino que ni siquiera le ofrecía al menos un eco. Esta vez, debía dejarlo ir, y así demostrarse que el mundo era algo más que el silencio de él y que tal vez, con suerte, podría encontrar un lugar, una persona, una pregunta, un ¿qué necesitás?
Emilio se asomó a la ventana del bar y pudo verla. Ella fumaba con la cabeza inclinada, sin importarle demasiado lo que pasaba a su alrededor. Lizzy, la misma, pero tan distinta a otras veces en las que lo había esperado. El cigarrillo, elemento constante, no estaba acompañado por esa cabeza casi tan giratoria como la de un búho, ni tampoco de esa mirada entre dura, expectante y sin perdón hacia los tiempos de otros. Los pasos de Emilio, todavía más lentos que otras veces, lo acercaron hacia la mesa.
-Hola - dijo él.
-Hola - respondió ella al levantar la cabeza.
-Me llamaste.
-Sí, te llamé.
-Bueno, acá estoy. ¿Qué pasa?
-¿Ahora sos vos el que me apurás?
-Si querés pelear, mejor me voy…
-No hace falta. Si te llamé es porque quiero dejar las peleas.
Silencio decorado con un impersonal ruido de fondo. Hasta el mozo se acercó sin palabras. Emilio tampoco las utilizó para responder que iba a pedir, tan sólo señaló el pocillo de Lizzy para indicar que deseaba lo mismo. Después de encender otro cigarrillo ella miró el rostro no tan desconcertado de Emilio.
-Te escucho - dijo él.
-No es cierto - respondió ella.
-¿Viste que querés pelear?
-No. No entendés nada, digo la verdad. Nunca me escuchaste.
-Es imposible no escucharte Lizzy, sobre todo cuando gritás.
-¿Podés no ser tan literal por un minuto y escucharme?
-Otra vez con lo mismo…
-Por Dios, ni siquiera puedo tener una ruptura tranquila, quiero explicarme.
-¿Es necesario?
-En mi opinión, sí.
-Te escucho. Aunque vos me vas a decir que eso no pasa…
-No cambies de tema. Esto es difícil.
-A ver…
-Necesito a alguien que me haga sentir importante.
-¿Qué puedo saber yo de eso? Jamás me dijiste cómo. Aunque ahora me vas a recriminar que lo dijiste y no te escuché.
-Si no lo dije, lo mostré. Te llamaba mil veces con la esperanza de que alguna vez te nazca llamarme.
-…
-Cuando nos conocimos, yo fui la que me acerqué a vos. ¿No te gustaba?
-Si, claro, pero estábamos en un boliche, quedaba berreta…
-¿Qué carajo me importa si es berreta o no? ¿Llamarme también es berreta? ¿Acariciarme también es berreta? Si hasta en la intimidad era yo la que hacía todo…
-Sólo te falta llamarme impotente…
-No cambies de tema. Lo único que necesitaba era una persona que fuera capaz de mover un dedo por mí.
-Si yo no moviera un dedo por vos, no hubiese venido hasta acá. ¿O sí?
-No tenés idea de todo lo dañino que podés ser.
-Yo no hice nada.
-Quería hablar para terminar bien las cosas. Pero ni eso se puede. Jamás te vas a hacer cargo de nada.
-¿Cargo? ¿Qué me querés decir?
-No importa. Nunca importó. Sos un idiota.
Lizzy tomó su cartera y a propósito se olvidó de pagar el café. Después de que ella atravesara la puerta, Emilio le dijo al aire: andate si querés. Llamó al mozo y pagó por los dos. Sin ella voy a estar más tranquilo. ¿Quién necesita a alguien que reclame cosas todo el tiempo? Pero ni la ilusión de una vida más calma le permitió a Emilio tener una caminata liviana. Si bien consideraba que Lizzy estaba loca, no hubiera querido que se apartara de su lado. Podía habérselo dicho, demostrado cariño, fingir que la comprendía, pero la actitud combativa de ella pudo más: había anunciado la batalla, sólo faltaba que el orgullo de él resultara vencedor. Debía convencerse de que había hecho lo correcto. De todos los momentos que tuvo con Lizzy, en su cabeza sólo quedarían los peores. Mi vida va a ser mejor sin ella, mi vida va a ser mejor, mi vida va a ser mi vida…
Con su reacción, Lizzy confirmó lo poco que Emilio la quería. Si bien en este momento iba a dejarlo, pensó que se conmovería al verla tan mal, que el fin provocaría una mínima reacción, algo. En otros tiempos le encantaba imaginar que detrás de su personalidad apática se escondía alguien furioso y muerto de miedo, con mucho para decir y para dar, y si todavía el no había podido demostrarlo con nadie, ella sería la excepción a la regla. Pero él, como siempre, se mostró frío y otra vez ella no pudo hacer nada. Con suerte otra persona al fin la haría sentir importante, pero ¿dónde encontrar a alguien que le gustara tanto como él? Sabía que había hecho lo correcto, pero lo correcto a veces hiere. Caminaba, caminaba, caminaba. Mi vida va a ser mejor sin él, mi vida va a ser mejor, mi vida va a ser mejor y voy a encontrar una persona para la cual mi vida signifique algo.
Tiempo después Lizzy seguía sola, frecuentaba los bares y cada detalle singular le recordaba con odio a Emilio: una portada de revistas, un joven que se quedaba dormido, un par de ancianos que conversaban. Sola, sin saber qué hacer con su libertad. Emilio seguía con su máxima: ahora mi vida es mejor. Pero cada vez salía menos de su casa y dormir volvía a ser el mayor de sus placeres, ya ni siquiera iba al videoclub, y de vez en cuando, la escena de una serie barata le devolvía a la memoria la imagen de esa persona que, por no decir nada, aquella vez dejó ir.

jueves, 11 de septiembre de 2008

El poncho

BORGES: Una vez, ante Urquiza, apareció una negra fea con un bastardo. "¿Y cuando te voltié, negra fiera?", preguntó Urquiza. "¿No se acuerda, mi general, la vez que me tapó la cara con el poncho?"

Tomado de Borges, Bioy Casares, Buenos Aires, Destino, 2006, p. 1249.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Lizzy, Emilio y la noche en que se conocieron

¿Los stilettos o las plataformas? Con los primeros voy a estar elegante, pero para bailar necesito estar cómoda. Las plataformas pasaron de moda, pero se sienten como zapatillas. ¿Qué hora es? Las doce, y Carla que todavía no llama. ¿Qué clase de amiga es? Las doce. ¿Plataformas o stilettos? Doce y cinco. ¿Esta remera es sexy o es de puta? Carla, aparecé. Mis cigarrillos… ¿dónde están mis cigarrillos?

-¿Hola?
- ¿Qué hacés Emilio? ¿Te desperté?
-No, Miguel, miraba una película.
-¿Una película? Pero Emilio, si te dije que hoy salíamos. ¿Te acordaste de comprar los limoncitos? Yo tengo la cachaca acá. Voy para tu casa, tomamos unos drinks y salimos…
-¿Limoncitos? ¿Te dije que iba a comprar eso?
-Sí, Emilio, ¿no te acordás?
-Disculpame, Miguel, te habré contestado dormido…
-Bueno, bueno, no importa. La tomamos así nomás, decime al menos que tenés azucar…
-¿Azúcar? ¿Azúcar? Tengo que fijarme…
-No importa, voy para allá, tomamos algo y salimos.
-¿Es necesario?
-Poné a hacer hielo, voy para allá.

Los stilettos, definitivamente los stilettos. Bueno, lo más lindo no tiene porqué ser lo más cómodo. ¿A ver si me quedó bien el maquillaje? Lizzy, que linda perra que sos. Teléfono… al fin esta boluda se digna a llamar.
-Hola…
-Hola Lizzy, ¿cómo estás?
-Linda hora para llamar, nena…
-Bueno, no te ofendas, yo soy siempre la que te tiene que esperar hasta que te arregles…
-Cosas que pasan, hablando de eso, tengo puesta una remera que a mi me parece sexy, pero puede que sea vulgar…
-Lizzy, todo lo que usás te queda lindo. ¿Te das cuenta de cómo sos? Primero me retás porque tardo y ahora querés tardar vos…
-Bueno, bueno, basta… me fumo un pucho y voy.

Esto es un asco, pero mejor no digo nada. Miguel me va a echar la culpa por no comprar limoncitos…
-Al final cómo le das a la cachaca vos...
-Sí… está rica, servime otro vaso…
-Bueno, Emilio, pero no te la tomes tan lento porque en un rato tenemos que salir.
-Dame tiempo hermano, es fuerte…
-Sí hubieras comprado los limoncitos no estaría tan fuerte. Apurate, fondo blanco y salimos que vamos a llegar muy tarde.

¿Por qué será que pasan esta música de mierda? Al disc jockey habría que matarlo. Si no tuviese los stilettos, me treparía a la cabina para pedirle algo pasable, pero típico que me tropiezo. ¿Cuánto saldrán los tragos? Para pasarla bien acá voy a necesitar mucho alcohol.

-¿Viste que el lugar no era tan malo?
-Sí, pero no tengo ganas de bailar ahora, Miguel.
-¿Con todo el alcohol que tenés encima no querés bailar?
-Tengo sueño, quizá si tomo alguna otra cosa…
-.Espero que el sueño no te impida ver las mujeres que hay acá. Por ejemplo esas dos: la rubia de pelo lacio y la flaquita con el trago y el cigarrillo.
-¿Cuáles?

-Lizzy, empezaste floja, pero ahora estás a pleno…
-Y bueno, necesitaba tomar.
-Me encanta este tema…
-Estás loca, al disc jockey habría que hacerle una lobotomía. Solo bailo de borracha...
-No digas estupideces y mejor fijate en esos dos pibes… Nos están mirando…
-El que está contra la columna no está mal.

-¿No te gusta la flaquita?
-Es linda.
-¿Qué tal si vamos a hablarles?
-¿Te parece? ¿No es una berretada encarar en un boliche?
-Berreta o no, yo a la rubia la avanzo.
-Andá nomás, yo me quedo con mi cerveza.

Viene para acá el que no me gusta. Seguro que me encara a mí. Parece que no, la mira a Carla. Menos mal. Bueno, paciencia Lizzy, el amigo seguro que viene pronto. Pero… ¿qué hago? Carla y el pibe están en pleno levante y yo acá sola. ¿Me pongo a bailar o me quedo tildada en el medio de la pista? ¿Qué hago? Qué quilombo que tengo en la cartera, nunca encuentro los cigarrillos cuando los necesito.

¿Qué le pasará a esta chica? ¿Por qué fuma tanto? Parece nerviosa…

El imbécil ni se inmuta. Mejor bailo. Con este tema de mierda puedo hacer unos pasos bien provocativos.

Cómo se mueve ahora. Sí, debe estar nerviosa. ¿Tendrá convulsiones la pobre?

No viene el muy imbécil. Ni los pasos, ni las miradas funcionan. No puede ser, una mina como yo convertida en una chica sábado cuatro AM. Yo tengo un radar, de todos los pibes que hay en los boliches, siempre me fijo en el idiota que se queda toda la noche contra la columna.

Qué cara de enojada que tiene ahora. Qué feo cuando la gente la pasa mal. La sociedad esta enferma…

Me cansé, me tomo lo que me queda del trago y le voy a hablar…

¿Necesitará algo la pobre? Igual yo no puedo hacer nada, mejor sigo con mi cerveza.

Le voy a hablar, así aprende ese estúpido…

Qué rapido se calienta la cerveza…

Voy para allá…

Viene para acá. ¿Qué querrá? Las chicas no saben tomar. Bueno, igual le puedo ofrecer un poco de cerveza caliente…

-Hola, me llamo Lizzy. ¿No pensabas hablarme?

jueves, 4 de septiembre de 2008

Baby Etchecopar

En una conversación sobre gente que ni sabes quién es, pero que de todos modos, porque te envió un mail sin ningún sentido, te agregó al messenger, M. A. volvió a deleitarnos con su lógica impecable:

"sí, me la garcharía sólo por el boludo de novio que tiene, cómo te vas a poner ese sombrero!!! cómo te vas a parecer a Lerner!!! Es como querer parecerte a Baby Etchecopar!!!"

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Emilio

Sábado, once de la noche. Los de afuera dirían que la noche está en pañales, pero para Emilio, sólo está en su casa. En la mesa ratona, un plato; en el plato, un sándwich hecho con una rodaja de pan lactal y otra de salvado. Entre las rebanadas, una mustia hoja de lechuga, jamón, una amarillenta feta de queso de máquina y cubos de tomate rescatados de una ensalada. Podría haber ido al mercado, pero su día recién había comenzado a las seis de la tarde y no le dieron ganas. No tuvo siquiera el impulso de ir al videoclub a alquilar una película. Desde hace un tiempo dormir es el mayor de sus placeres. La cama, siempre deshecha. ¿Para qué voy a hacerla, si total la voy a desarmar al día siguiente? Su vida podría ser cómo la de Juan Carlos Onetti, aquel escritor que jamás salía de su cama. La idea no le disgusta y decide llevar la cena a la mesa de luz. Enciende el televisor y no olvida el control remoto. Al fin se acomoda entre las sábanas arrugadas y le da un mordisco a su cena: nota que el queso está un poco rancio, siente asco y toma agua. Comienza a hacer zapping: un conductor, unas tarjetas, unas preguntas. ¿Cuál de estas tres películas fue protagonizada por Marilyn Monroe: Desayuno en Tiffany´s, Una Eva y dos Adanes o La ventana indiscreta? Tiempo en el aire. Un adolescente con cutis graso piensa antes de contestar.
-Una Eva y dos Adanes –grita Emilio al televisor
-¿La ventana indiscreta? –responde el adolescente.
-Respuesta incorrecta.
Qué poca cultura que tiene ese pendejo, y además qué desagradable, piensa Emilio mientras se rasca la oreja. Siente hambre, toma de nuevo el no muy tentador sándwich y cambia de canal. Esta vez, el televisor ofrece una discontinuada serie norteamericana. Un abogado, una clienta, un escritorio, un pleito. El: traje impecable, camisa planchada, trabacorbata. La mesura del discurso contrasta con la gota de sudor que nace de la sien izquierda del abogado. Ella: escotado chemise rojo y tentador brillo labial, y si bien es hora de resolver un conflicto, la prioridad de ella es acercar la lapicera dorada a sus labios rojizos. El abogado pierde el control y arroja al suelo todo lo que estaba sobre el escritorio. Miradas sugerentes y el escritorio vuelve a estar ocupado.
Bajo las sábanas de Emilio, un tímido deseo sin ningún nombre en particular, pero cierra los ojos y la imagen de Lizzy se proyecta en la ceguera. Piensa que en ese momento no le molestaría que ella estuviera junto a él, en una escena un tanto más convencional que la de la serie. Hoy le haría un lugarcito. Pero después piensa que la cama es chica y que en una plaza no hay lugar para los dos. Se quejaría de que cuando duermo le saco toda la frazada y no dejaría de pedirme que cambie las sábanas. Típico de mujer. Pero en eso era buena, la pobre no se cansaba de hacerme mimos. La temperatura de la serie sube y la clienta pasa a tener debajo suyo al escritorio y al abogado. Por lo menos esa rubia infernal no tiene ningún problema con estar arriba… ¿Qué me decía la loca de Lizzy? A ver… ¿que estaba harta de estar arriba y de hacer todo el trabajo? Bueno, algo así. ¿Quién entiende a las mujeres? El tentador brillo labial de la protagonista pasa a ser un mamarracho en una cara bonita y los deseos de Emilio comienzan a no ser tan tímidos. ¿La llamo? No, ¿para qué? Seguro que me va a decir alguna estupidez de psicóloga idónea. ¿Qué me reclamaba esa loca? Que yo no me hacía cargo de nada…Típico. Bueno, mejor cambio de canal y pienso en otra cosa porque esto me hace mal. Después de todo, esa idiota apestaba a olor a pucho.
Emilio elige el programa que encuentra menos reflexivo: una señora hogareña hace un portallaves de madera patinada. A pesar de que la expresión de la conductora es pacífica, la imagen afectada de Lizzy vuelve a la memoria de Emilio. Por Dios, que mina, siempre me llamaba por teléfono para decirme que yo no la llamaba nunca. Cada pincelada de la conductora ayuda a Emilio a disminuir su deseo, pero las preguntas de Lizzy devenidas en preguntas sobre Lizzy persisten: cargo… ¿qué me quiso decir? La conductora saca otro portallaves a medio terminar, y con otra clase de pintura escribe en él la palabra amor. Emilio siente nauseas por el programa y por el sándwich y como no tiene sal de frutas, cambia de canal. Cargo… ¿cargo?
Después de un viaje frenético, el control remoto se decide por una comedia alemana. Un matrimonio en la cocina. El, un delgado albañil que vuelve del trabajo con una expresión cansada. Ella, una señora gorda que bate huevos con mucha energía. La imagen de la protagonista desplaza a Lizzy de la cabeza de Emilio y le recuerda a otra mujer… Se parece a mamá. La escena entusiasma tanto a Emilio que ni se toma el trabajo de leer los subtítulos: el agotado hombre se sienta a la mesa mientras la colérica señora toma la sartén por el mango y grita amenazantes palabras en alemán. Emilio sonríe, cierra los ojos y esta vez la ceguera lo transporta hasta su infancia. Recuerda a su padre cuando volvía de trabajar, con el traje arrugado y esa corbata que en los días de calor parecía apretarle el cuello. Su madre lo recibía con palabras en tono demasiado elevado y con la comida a medio hacer. El padre, temeroso preguntaba:
-¿Por qué me gritás así, querida? No te hice nada, acabo de llegar…
-¿Y qué querés? Soy de Aries con ascendente en Leo.

jueves, 28 de agosto de 2008

Curioso Jorgito

Racewalking


-¿Por qué no corren?
-Es marcha atlética señor
-Pero...están caminando.
-Las reglas son muy estrictas señor, cometerían infracción si no mantuvieran en todo momento contacto con el suelo.
-¿Por qué nos ponen a ver esto? Yo quería ver el baseball.
-Lo siento señor, no es deporte olímpico.
-Están caminando...y lento...y...y parecen cansados y...no pasa nada.
-Señor, están caminando hace 50 km es lógico que estén cansados.
-(Bufido)
-¡Señor! ¡No les tire pochoclos!
-Los tiro al aire, si le pegan a alguien no es mi culpa.
-¡Señor no haga eso!
-El aire es gratis, el aire es gratis.
-Si nos vamos ahora no va a saber quien gana.
-Que importa...seguro es chino.

qué onda, güey?

No sé por qué, hace un rato, desde el país del norte que, como este del sur, no es gran cosa, me llegó, de parte de una tal Aidee García, bajo el título "Despido de empleados", el siguiente mail:

Nota: si alguien quiere responderlo, lo puede hacer a garica.aidee@gmail.com



Única Presentación Nacional!
Cómo Despedir Empleados en el Marco de la Ley
México DF, 4 de Septiembre

Despedir a una persona es un delicado proceso invadido de “bombas” legales. No importa que tan preparado se sienta o que tan acertada sea su decisión, no hacerlo de la manera correcta lo pone en riesgo de una demanda. ¡¡Ningún Gerente debe comenzar el proceso sin antes asistir a este seminario!!
Le presentamos directamente los hechos que necesita saber para manejar con confianza esta difícil situación. Usted aprenderá a preparar cada caso incluyendo la documentación necesaria y las mejores estrategias para discutir el despido, sabrá cómo protegerse a sí mismo – y a su compañía – y sobre todo; aprenderá a eliminar el miedo y la frustración del proceso de despido.
Pero usted es humano… y es muy difícil ser el portador de la mala noticia que alguien va a perder su trabajo, peor aún si se trata de algún amigo o familiar, la manera como maneje el despido es ¡sumamente importante!
¡Es un Hecho!
Hasta los Gerentes con el mejor plan corren el riesgo de cometer errores y no importa si se cometen con buena o mala intención, esto puede derivar en una costosa demanda para usted y su compañía y en una situación de pánico – hasta los Gerentes y Supervisores más experimentados pueden meterse en graves problemas… ¿Por qué arriesgarse?
Este seminario le ofrece:
Las estrategias que tanto usted como su compañía necesitan para sobrevivir legalmente a los despidos.
Terminar con el miedo y la frustración que acompaña el despido de un trabajador.
Asegurarse que todo despido realizado sea 100% bajo el marco legal.
Evitar los riesgos de las demandas por despedir a alguien de manera incorrecta.
¡¡SOLICITE UN FOLLETO GRATUITO CON LA INFORMACIÓN COMPLETA!!
+Responda este correo con Asunto /Despedir Empleados/ y los siguientes datos:.Nombre:.Puesto:.Empresa:.Ciudad:.Teléfono:.Extensión:
o bien, llame sin costo al: 01.800 250.10.20

La Persuasion

En una nueva y atrasada entrega, los cuadernos gran jefe siguen un camino que nunca debería haberse detenido.

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El mayor poder en la historia humana sin duda es la persuasión. Persuadir no es lograr doblegar la voluntad ajena, sino que no exista diferencia con la propia. Persuadir es paz y control. La persuasión homogeniza al hombre evitando la multiplicación que su reproducción ha convertido en geométrica. Siendo fragmentos uní trinos, la persuasión nos devuelve a nuestra herencia primogénita, hasta los orígenes mismos del mundo cuando solo éramos uno. Por lo tanto la absorción es la versión mas acabada de nuestro mundo feliz.

Para esto existen los jefes. Y como dirá Debray el jefe sirve para evitar lo peor. “Y ¿qué es lo peor para un grupo humano? La desunión, el desmembramiento, la disolución. El jefe existe para lograr la unidad. Sea donde sea -en un equipo de fútbol, una empresa o un país-, el jefe es el que mantiene la cohesión o produce la unidad en el seno de una multitud”, de ahí su raíz religiosa como unidad armónica, vertebrando con la palabra del rey pastor un poder que anida en la imaginación humana.

En el jefe condensan personalidad y coyuntura histórica en simbiosis especial, agrupando, consolidando, urdiendo una maquina de reflejos y respuestas, por eso como sigue Debray “la guerra es el grupo en fusión. Es la efervescencia, la fiesta de la identidad; es una contracción, pero también una extraordinaria producción de altruismo, un gran derroche libidinal, como diría Freud, donde todos aman al jefe, se identifican con él, y están dispuestos a sacrificarse por él”. No permite fisuras. Por eso el intelectual no puede ser un jefe, es por definición un conjunto de contradicciones que ni siquiera pueden convivir en el. Girondo respondió a esto con un poema, mandando a todas sus personalidades a la mierda. Es evidente que el poeta es el peor de los jefes y quizás el mejor de los seres humanos. El poeta grita furibundo libertad en el clivaje que tiene al control como receta para la estabilidad; y pide revolución. Pero el ideal revolucionario, como sigue Debray, “es la eficacia de la acción. Eso reclama una organización, con un partido, una vanguardia, un ejército y, en consecuencia, un jefe. Entonces “la revolución se hace para dejar de tener jefes y se termina con un superjefe”, y una cola de burgueses que empiezan a patalear de nuevo.

La historia humana es ruptura y continuidad. Como decía Lezama Lima todo es producto de una revolución. Ese transito y transmutación constante que es el tiempo en la tierra, no es el mayor problema de la metafísica sino la convivencia entre jefes y poetas.

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Comisión Investigadora, entre churros y cerveza.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Spam, Spank o Yammm?

Gente, no puedo dejar de postear este "menú afrodisíaco" que recibí por mail. Les juro que me cambió el humor, como si hubiese tenido sexo en este preciso instante (de una manera bizarra, cumple su función).
Saludos y bon apetit!!!

Menú Desnudando el Corazón
“Descubrí los condimentos y hierbas en estas pócimas mágicas que desde épocas antiguas se conocían como poderosos afrodisíacos”

Plato Principal Conjuro de Aromas desde el Tallo a la Flor sobre Colchón Ardiente

Samosas Vegetarianas con Chatni de tomates y /o rol de carne especiado sobre crujiente colchón de hojas verdes, brotes de alfafa, fenogreco y mostaza con una suave brisa de menta y albahaca.

Postre Extasis de Frutas Prohibidas sobre Espuma Helada
La combinación manzanas, frutillas, bananas cocidas y perfumadas en el clavo de olor, canela, jengibre y menta sobre helado.

Bebedizos De Amor
Déjame que te Quiera: Limonada con jengibre y menta
No te Arrepentirás : Tamarindo con Comino

La fidelidad y la ferocidad

"¿Qué quiere decir objetividad? ¿Ser objetivo es ser remoto? Eso significa ser parte de la derecha. Y yo no entiendo cómo un ser humano con alguna comprensión de la historia, del pasado y sus luchas, puede alinearse con la derecha. Lo hacen, eso ya lo sé y realmente no lo entiendo."

"La lucha dentro de la profesión [la historia] es importante pero no deberíamos hacernos ilusiones. No vamos a ganarla. No, en realidad, porque estamos viviendo en una sociedad burguesa controlada por la burguesía y la historia es muy importante para ella. La enseñanza de la historia es decisiva ideológicamente y la clase dirigente no va a rendirse en ese campo, así de simple. Por lo tanto, hay que luchar con todas las fuerzas, todo el tiempo, con todo. Sin ilusiones."

"... uno no se pasa discutiendo si George Washington tenía dentadura postiza, lo que tiene que hacer es examinar la actitud de George Washington hacia la esclavitud y hacia sus propios esclavos. Se puede escribir con aprecio sobre la Declaración de la Independencia y al mismo tiempo notar sus limitaciones inherentes y el hecho de que su autor principal sea un poseedor de esclavos. Y un poseedor de esclavos muy podrido; es decir, uno que castigaba ferozmente a sus esclavos si se rebelaban contra él. Lo mismo hacía Washington y Washington los vendía y conseguía a cambio una bolsa de tomates o alguna otra cosa de ese tipo. Ambos hechos de ese tipo tienen que aparecer en el trabajo. La fidelidad y la ferocidad. Ambas. La fidelidad y la ferocidad. Sin ilusiones. Tal vez le cueste a uno su 'carrera', para llamarla de alguna forma, pero es la única forma de vivir."

Herbert Aptheker, entrevista realizada por Robin D. Kelley a pedido del Journal of American History. Trad. por Márgara Averbach.